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SICOLOGÍA

Trastorno obsesivo compulsivo, depresión, estrés, ansiedad... Estudios de la personalidad y la conducta. Patologías y trastornos mentales...

martes, diciembre 18, 2007

Famosos y el T.O.C.

Aunque para algunos pueda parecer una vida llena de glamour, la de uno de los futbolistas ingleses más conocidos mundialmente, David Beckham, podría no tener nada que ver con la realidad; el deportista ha revelado que está siendo acechado por unos demonios particulares. El centro campista ha estado batallando durante muchos años con su trastorno obsesivo-compulsivo, una enfermedad altamente perturbadora que hace a quien lo padece realizar extraños rituales.

“Es para mi imperativo tener todas las cosas en perfecta alineación o en pares de objetos”, confiesa. “Debo colocar las latas en el frigorífico en línea recta y si hay demasiadas en una, las coloco en perfecto orden en otro estante. Cuando voy a un hotel, antes de poder relajarme, debo colocar todos los folletos o los libros que encuentro encima de los muebles en un cajón”.

Durante una entrevista en la televisión David admitió que podía pasarse horas poniendo rectos los muebles de su casa en Madrid. Para paliar de algún modo su ansiedad, solía estrenar un par de botas de fútbol en cada partido y comprar exactamente 20 paquetes de espaguetis cada vez que iba al supermercado.

Su esposa Victoria ha sido testigo de los problemas de su marido. “Todo debe estar perfecto en casa”, reveló recientemente.

Al preguntarle si había intentado tratar de superar el trastorno Becks dice: “Me gustaría y lo he intentado, pero no puedo controlarlo”. Decidió no desvelar su secreto a sus compañeros de su equipo del Real Madrid, debido a que en su anterior equipo, Manchester United, sus compañeros le gastaban bromas durante sus desplazamientos.

David no es la primera estrella que sufre el trastorno, considerado por la World Health Organisation como una de las enfermedades más perturbadoras que existen. Pueden contarse también como pacientes personajes tan populares como los actores Billy Bob Thornton y Alec Baldwin, junto con figuras históricas como Florence Nightingale, considerada una de las pioneras en la práctica de la enfermería y creadora de su primer modelo conceptual, así como Charles Darwin, el célebre biólogo británico. Quizás una de las figuras más célebres que han tenido que batallar con el trastorno fue el multimillonario Howard Hughes, que fue interpretado en la pantalla por Leonardo DiCaprio en “El Aviador”.

jueves, noviembre 22, 2007

Pensamiento repetitivo

El pensamiento repetitivo u obsesivo es el que, como un hamster en una jaula, se va sucediendo en su cerebro como si fuese en círculos. Significa obsesión sobre problemas, pérdidas, cualquier clase de obstáculos o ambigüedades sin poder ejercer control sobre el mismo.
Como ha demostrado la Dra. Susan Nolen-Hoeksema, la tendencia a ocuparse en el pensamiento repetitivo revela una gran diferencia de género en el control de las experiencias emocionales. El problema con el pensamiento repetitivo es doble. Mientras se piensa, éste se va haciendo más profundo, intensificando los niveles de ansiedad y depresión. Los problemas quedan sin resolver e incluso se magnifican al no poder ponerle remedio.
Las mujeres tienen más tendencia a este tipo de pensamiento, porque valoran mucho más las relaciones a las que suelen dedicar más tiempo y energía mental para procesar sus contenidos, a menudo ambiguos. Allí se pierden, obsesionándose sobre temas en los que no se actúa. Los hombres, en general, proceden de forma distinta. Prefieren lanzarse a la acción sin quizá tomarse el tiempo suficiente para pensar sobre el problema, redundando en soluciones poco eficientes o directamente enfocadas al mismo.
Cuando se trata de estilos de pensamiento, los hombres y las mujeres necesitan aprender unos de otros.
He aquí algunas estrategias que pueden ayudarle a mejorar la forma de controlar sus pensamientos en situaciones difíciles:
• Evalúe su propia tendencia a obsesionarse sobre los problemas. Piense en ello como si fuese una prueba para su cerebro. Pregunte a sus amigos y quizá a los que no lo son tanto sobre como ven en usted su grado de obsesión, en una escala que vaya desde moderada a elevada.

• Contrólese usted mismo sobre el tiempo que emplea en pensar sobre un problema, ya sea sobre una cuestión que involucre a sus hijos, o si comprar o no un electrodoméstico. Al finalizar los cinco minutos debería ya tener alguna pista sobre el siguiente paso a seguir para realizar la acción requerida y solucionar el problema.

• Si piensa sobre el problema durante más de cinco minutos, quizá tenga un pensamiento repetitivo.

• Los hombres pueden beneficiarse en especial al observar si reprimen sus pensamientos. ¿Cuánto tiempo aguanta antes de relatar sus emociones? ¿Pasan días o semanas antes dar a un pensamiento el valor de problema? De nuevo, pregunte a los demás—familia, amigos, o conocidos—para saber cuánto suele controlarse.
• Si en realidad es un controlador, asigne unos cinco minutos en pensar sobre un problema en particular. En realidad es todavía mejor si puede hablar sobre el problema con otra persona. Eso le dará otro concepto que le ayudará a abrir su mente y conducirle a la acción para conseguir un objetivo—con mayor probabilidad de ser más efectivo.

• Procure entender que la solución de un problema requiere siempre procesar sus pensamientos de una forma constructiva y tomar la acción sobre el mismo; ambos son necesarios. En situaciones difíciles es necesario saber cuándo procesar sea cual sea el tema conflictivo y cuándo no, así como cómo, lo que dependerá de la energía de que disponga.

• Un elemento clave para ganar control sobre el pensamiento que peca de obsesivo empieza a dar vueltas sobre sí mismo, es preciso cortar por lo sano aplicando maniobras de distracción. Vaya a dar un paseo. Entre en la cocina y prepárese algo. Abra un libro y lea, etc.

Puede intercambiar entre proceso y actividad tan a menudo como le tome hacer progresos sobre el tema que tiene atascado en el pensamiento repetitivo. Si avanza, va en la dirección correcta.

jueves, noviembre 15, 2007

Atrapado en el tiempo

Seguro que a más de uno le ha pasado esto, por no decir que a todos; vives algo nuevo y tienes la sensación de haberlo vivido ya, es familiar, es conocido, puede tratarse de un déjà vu. Esta situación ha provocado que algunos científicos y médicos recopilen las vivencias déjà vu, para intentar esclarecer las causas cerebrales que lo producen.

Investigadores de la Universidad de Leeds (Inglaterra) están estudiando a un grupo de personas con un síndrome muy peculiar, un déjà vu crónico que, en ocasiones, llega a ser una obsesión; se trata del primer trabajo científico de esta índole. El estudio está liderado por Chris Moulin e intenta demostrar que la acción de recordar y la memoria trabajan por separado.

Cuando recuerdas algo en concreto, se activa un circuito del lóbulo temporal creando la experiencia de recordar a la vez que la persona revive el pasado. Por lo visto, hay quien no tiene el automático en condiciones y este circuito está activado permanentemente creando falsos recuerdos.
En el laboratorio de la Universidad, se están realizando experimentos con neuroimágenes que incluyen además la inducción a través de la hipnosis de un déjà vu. A los sujetos en cuestión se les proporciona una palabra para que la memoricen y después se les hipnotiza para que la olviden.
Cuando la persona despierta, se le enseña la palabra para poderle inducir el sentimiento de haberla visto antes. Esta última parte del invento ha traído alguna que otra polémica, ya que varios científicos aseguran que no se puede hacer un borrado de la memoria a través de la hipnosis y por tanto, el experimento no tiene validez.

La verdad es que este fenómeno puede ser una auténtica pesadilla cuando se repite continuamente, la vida normal y la vida social son afectadas por el déjà vu. Algunas personas se ven abocadas a la depresión, otras consumen una gran cantidad de antipsicóticos. Es una rara enfermedad que los científicos antes o después desvelarán y así librarán a estas personas del falso “Atrapado en el tiempo”.

viernes, noviembre 09, 2007

Preguntas más frecuentes sobre el T.O.C.

¿Qué tipo de compulsiones son las más comunes y cuál es el impacto en la vida diaria?
Podrían ser el lavarse las manos con demasiada frecuencia, ordenar objetos, comprobar, rezar, contar y repetir palabras en silencio.
Tanto las obsesiones como las compulsiones son muy difíciles de controlar y, en caso de conseguirlo, es posible que se resista solo durante un breve periodo de tiempo. Son realmente perturbadoras, suelen consumir gran espacio de tiempo e interfieren sensiblemente con las tareas laborales, sociales y de relación personal.
El trastorno obsesivo compulsivo suele ir acompañado de depresión y ansiedad, así como del uso inadecuado de substancias tales como el alcohol, en un intento de automedicarse.
¿Qué lo origina y qué perspectivas hay en estos momentos?
Existen diferentes teorías sobre las causas que originan el trastorno. El pensamiento actual es que se halla relacionado con los bajos niveles de una sustancia química en el cerebro denominada serotonina. Parece que el trastorno obsesivo compulsivo puede trasmitirse por razones genéticas. Algunos especialistas creen que puede originarse en personas que suelen fijarse esquemas irrealmente altos.
Por lo que hace a las perspectivas actuales, el trastorno no tratado es por lo general de larga duración, con periodos de empeoramiento o mejora de síntomas. Con el tratamiento adecuado, las obsesiones y compulsiones pueden verse reducidas o eliminadas en su totalidad.
¿Qué tratamientos se encuentran disponibles?
Por lo general, consisten en terapia del comportamiento y/o medicación.
Dicha terapia ayuda a las personas a reducir la ansiedad asociada con la obsesión y reduce o elimina las compulsiones. A los pacientes se les estimula a que afronten sus situaciones de miedo sin utilizar el resorte de los rituales compulsivos, además de otras técnicas dirigidas a las obsesiones específicas.
¿Qué puede hacerse además para ayudar a que se produzcan los cambios y la mejoría necesarias?
1. Efectuar regularmente ejercicio físico
2. Llevar una dieta equilibrada
3. Asistir a grupos específicos
4. Dormir adecuadamente
6. Ampliar su conocimiento y el de su familia sobre el trastorno

lunes, mayo 21, 2007

Testimonios de pacientes y opiniones de psicoterapeutas


"Todo empezó cuando era adolescente. Los días que me quedaba a estudiar hasta tarde comenzaba la pesadilla. No podía acostarme después que el resto de mi familia, porque me hacía a la idea de que iba a dejar las puertas y la llave del gas abiertas, que iban a entrar ladrones y nos iban a matar a todos o que iba a explotar la casa, y que todo sería mi culpa. Entonces daba inicio a un ritual que me consumía. Revisaba puerta por puerta y chequeaba la llave del gas hasta que me doliera la mano. Terminaba la ronda y volvía a empezar, una y otra vez, y cada vez que me encaminaba hacia mi habitación la duda volvía a asaltarme, y otra vez se ponía a andar la rueda. Rompí tres picaportes y dos llaves del gas en menos de siete meses. Los últimos tiempos después de ritualizar una o dos horas, cuando sentía que ya no daba más y cuando me invadía una sensación de irrealidad que creía que no me dejaba razonar, despertaba a mi hermano para que me confirmara que había cerrado todo. La certeza de que iba a ocurrir algo terrible era para mí cada vez más fuerte. Me moría de vergüenza, sentía que me estaba volviendo loca, pero no podía controlarlo”.
Con el relato de Ana Laura Q. (30 años) muchas personas podrían sentirse identificadas. La que hoy es una mujer adulta y profesional, cuenta los primeros síntomas de lo que después supo era el Trastorno Obsesivo Compulsivo, una patología que se ubica dentro del vasto grupo de los trastornos de ansiedad y que ataca, según diversos estudios, a una de cada 50 personas en todo el mundo.
Pese a que las víctimas del TOC se sientan “únicas”, distantes están de serlo. De acuerdo a datos difundidos afecta en la misma proporción a hombres y a mujeres y que si bien puede aparecer en cualquier momento de la vida, suele dar sus primeros indicios en los albores de la adultez. De todos modos, los médicos advierten que las estadísticas “no deben tomarse al pie de la letra”. La experiencia del consultorio demuestra que muchos pacientes con TOC ocultan su problema por temor a ser mal vistos, dado que ellos mismos son concientes de que sus manías o sus ideas son absurdas y carecen de sentido. Y esa es, según los profesionales, una de las principales diferencias entre el trastorno obsesivo compulsivo y las fobias -estrellas por excelencia de estos tiempos si es que de ansiedad se habla-. “Mientras por la difusión que han tenido, las fobias comienzan a ser vistas como algo relativamente común o padecido por muchos, y en tanto, devinieron en patologías con cierto grado de aceptación social, el TOC tiende a esconderse porque sigue siendo una enfermedad que da vergüenza a quien la padece”, aseguran los expertos. Lo cierto es que, considerado por la Organización Mundial de la Salud como una de la 10 enfermedades más invalidantes, el trastorno obsesivo compulsivo puede llegar a límites que rozan con la irracionalidad para quien lo observa fuera de la piel de quien lo sufre y es esto precisamente, lo que lleva al enfermo a ocultarlo.
“Yo empecé con el TOC a los 17 años. Íbamos a la bolera con mis amigas y yo temía conocer a alguien porque me obsesionaba la idea de contagiarme HIV. Fue un pensamiento que primero me pareció normal, pero después fue cobrando fuerza, hasta el punto en que no quería que nadie se me acercase. Todas las personas eran amenazas para mí, todas podían tener SIDA e infectarme, y así me fui aislando. Llegué a no sentarme en los autobuses y a usar guantes constantemente, porque temía que hubiese sangre en los pasamanos, o en el asiento, que la sangre traspasara el pantalón y llegara hasta mi pierna. Si por casualidad me lastimaba alguna parte expuesta del cuerpo faltaba al trabajo y a la facultad, porque tenía terror de que justo en esa herida me entrara sangre infectada. Ni hablar de las relaciones sexuales, pasé más de cuatro años sin tener ningún tipo de contacto físico con nadie, porque el miedo al contagio era más fuerte que cualquier cosa. En el límite del ostracismo entre en una depresión muy fuerte, y recién ahí, ante la intervención de mi familia y la consulta con el médico supe que tenía TOC”, cuenta Mariana P. (27a).
De acuerdo a la definición médica, el TOC es un trastorno cuyas características son las obsesiones, que son pensamientos o imágenes por lo general absurdas, repetitivas y negativas a las que la persona intenta rechazar pero no puede, y por ende le causan ansiedad, dudas y distrés. Si bien quien las tiene reconoce que estas ideas son producto de su propia mente, intenta ignorarlas, aunque no puede hacerlo. Según advierten los especialistas y confirman los pacientes que padecen la patología, las obsesiones tienen que ver con la contaminación o el contagio, con una preocupación excesiva por la suciedad, con el temor a ofender o dañar a los otros, -especialmente los seres queridos- con la acumulación de objetos por lo general inútiles y con la necesidad de simetría y precisión. En tanto, las compulsiones, -otra característica del trastorno- son comportamientos o actos mentales que se repiten y que las personas afectadas sienten que deben realizar para evitar que suceda ese acontecimiento al que temen, hecho que los lleva a un acto característico del TOC: el ritual.
“Siempre fui una persona en general ansiosa y perfeccionista, sobre todo en cuanto a mis propias acciones y conductas, Y el TOC me atacó por todos los flancos. Primero empecé con la necesidad continua de lavarme las manos por miedo a las bacterias. Después seguí con la limpieza, y después con el orden: necesitaba que todos los objetos de mi escritorio estuvieran alineados de manera simétrica y exacta. Llegué hasta el extremo de ser el último en la oficina con la excusa de tener trabajo atrasado para poder ordenar todo de manera simétrica y que, por ejemplo, la línea de la calculadora me quedara exactamente paralela a la línea del monitor. Y así se me fueron agregando cosas. En el último tiempo antes del tratamiento se me había puesto que no debía pisar bordes. Entonces buscaba caminar siempre por el medio de las veredas, evitaba los umbrales y me cuidaba de no pisar las líneas de las baldosas o las rayas de la calle. Después comencé a repetir números mentalmente. Me proponía por ejemplo contar de tres en tres en todo el viaje de mi casa al trabajo y ponía atención para no equivocarme ni perderme, porque estaba seguro de que si lo hacía me iba a ir mal todo ese día. Es algo inexplicable lo que se llega a pensar, uno termina muy cansado y se siente incapacitado, porque el círculo de lo permitido se cierra cada vez más”, relata Héctor R. (56a).
El TOC es una enfermedad que no tiene mucha difusión pero la tiene mucha gente. Este trastorno se divide en la obsesión, que es una idea o un pensamiento desmedido y desproporcionado y las compulsiones o rituales, que son los que alivian y los que tranquilizan a la persona que teme que se cumpla ese pensamiento obsesivo. Claro que no siempre que hablemos de una obsesión hablamos de TOC. Nosotros tenemos dentro del diagnóstico un punto de corte, que puede ser discutible, pero que indica que para que una persona sea diagnosticada con TOC tiene que pasar al menos seis meses con los síntomas y debe sumar al menos una hora diaria de rituales. Para que sea TOC, el trastorno realmente debe interferir en la vida cotidiana, debe limitar y debe alterar la calidad de vida”, aclara un profesional para evitar falsas alarmas.
“Al paciente con TOC se le aparecen una serie de ideas que van en contra de su marco de valores. Si bien a todos nos pasa, quien no sufre de TOC tiende a pasar por alto estos pensamientos, pero un paciente con TOC los sobrestima. Produce un fenómeno que es la fusión pensamiento-acción. Cree que si piensa algo, eso que piensa pasa al orden de la realidad, pero esto es una distorsión. El paciente cree que si piensa que la llave del gas puede estar abierta es porque lo está, hay una confusión entre posibilidad y probabilidad. Si se le cruza la idea de que podría haber sido gay, por ejemplo, empieza a ponerse muy ansioso pensando cómo hará para desestimar o sacarse de la cabeza esa idea de ser gay. Los pacientes TOC son, como todos los pacientes de trastornos de ansiedad, muy controladores de la incertidumbre, y esto tiene su correlación con personalidades perfeccionistas y criticistas, que no pueden tolerar ideas contradictorias a su marco de valores”, asegura el psicólogo Francisco Palacín. Y las palabras del profesional tienen su correlato en el testimonio de los pacientes, que una vez recuperados o en tratamiento, pueden contar de qué se trata: “Cuando nació mi primer hijo mi vida hizo un click. Comencé a tener una obsesión por la limpieza muy fuerte por miedo a que el bebé se enfermase de algo grave. Me angustiaba mucho la sensación de que a mi hijo le pasaría algo terrible. Entonces baldeaba dos veces por día toda la casa, pasaba lavandina en todos los muebles y echaba desinfectantes ambientales constantemente, ante la incomprensión de mi familia. Pero después me pasó algo horrible. Comencé a tener terror de dañar a mi hijo, de tener un acto de locura y lastimarlo, y esa sola idea me paralizaba. Pensaba que estaba volviéndome loca, entonces evitaba quedarme sola con él. Fueron momentos muy difíciles, porque sentía que no se lo podía confiar a nadie, que iban a encerrarme. Me sentía un monstruo”, cuenta Analía A. (31a).
El temor a lastimar es otro de los síntomas del TOC. “El obsesivo compulsivo teme cometer todas las conductas que moralmente están sancionadas. Tiene miedo de empujar a una embarazada o dañar un ser querido, por ejemplo. Imagina la situación y la vive con mucha angustia y culpa excesiva. En algún punto el trastorno obsesivo compulsivo está ligado a la culpa y esto hace que los pacientes teman desarrollar conductas moralmente incorrectas, pero deben saber que estas ideas no significan en absoluto que vayan a actuar así. Justamente porque no lo harían nunca se lo imaginan. Los obsesivos no hacen nada y sienten culpa como si hubieran hecho todo”, explica los psicólogos.
Según admiten los profesionales, determinar cuál es el verdadero origen del TOC sigue desatando un debate en el plano de la ciencia. Mientras algunos insisten en una predisposición genética, otros no la desestiman, pero resaltan la importancia de factores externos que favorecen al desarrollo de la enfermedad. “Existen varias teorías acerca del origen del TOC, desde compromisos neuro orgánicos hasta factores genéticos, como así también particularidades familiares, y algunos cuadros virósicos que dejan esta patología como secuelas –explicó el médico psiquiatra Eduardo Grande-. De todos modos también es pertinente resaltar que muchas veces se encuentra en la historia vital de estas personas antecedentes de la infancia o de la adolescencia predisponentes, o bien ansiedades, pánico, depresiones, irritabilidad, trastornos de escolaridad, o de la alimentación, que terminan en TOC”, acota.
A destacar la incidencia que pueden tener los antecedentes familiares o el contexto de crianza en el paciente que manifiesta los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo, ya que, muchas veces, hay eventos que desencadenan la patología.“ Hay contextos familiares claramente favorecedores para el TOC, como el hecho de que alguno de los padres haya sufrido algún tipo de trastorno de ansiedad por el cual hayan señalado ciertas situaciones como catastróficas, o peligrosas y hayan desarrollado la idea de que hay que controlar determinada cantidad de cosas para sobrevivir. También hay factores desencadenantes, situaciones de mucha ansiedad, situaciones sociales. Los pacientes ansiosos no toleran la incertidumbre, piensan siempre que lo que va a venir es negativo, y como no puede controlar la incertidumbre, desarrolla niveles de control en otras áreas que no necesitan ser controladas. No puedo controlar que mis hijos crezcan, pero sí puedo controlar la limpieza de los azulejos del baño, limpio los azulejos del baño hasta que reluzcan. Siempre atrás de un ritual compulsivo hay una idea ansiógena”, explican los especialistas. De todos modos, médicos, profesionales y pacientes recuperados prefieren dar un mensaje de optimismo, y resaltan una afirmación que muchos de los que padecen TOC y todavía no lo saben o lo ocultan pueden creer en el imposible: el mal se puede superar, y en la medida que desaparezca, se calmará la angustia, se recuperará la calidad de vida y se volverá a ser libre.
“Hoy en día quien sufra de TOC debe saber que existen tratamientos muy efectivos, que en general son combinados: por un lado se recurre a una terapia farmacológica y por el otro a un tratamiento cognitivo comportamental, porque la persona debe aprender a controlar las sensaciones y tratar de evitar los rituales. Para esto la familia debe colaborar y lo hará no ayudando con los rituales, y alejándose de una postura demandante o crítica”. “Se han desarrollado muchos tratamientos eficaces y efectivos, y en la gran mayoría de los casos los pacientes muestran una muy buena respuesta. Lo primordial es animarse a asumir lo que sucede y a pedir ayuda”. En los tiempos que corren, cuando la ansiedad parece ser un ingrediente más de la vida cotidiana de muchos, reconocer los efectos que puede producir parece ser el arma fundamental para combatirla. Y en este sentido, detenerse en el testimonio de quienes lograron salir adelante de epidemias silenciosas como el TOC se torna una estrategia válida para poner los ojos en la esperanza y aferrarse a la idea de que se puede recuperar la vida que alguna vez se tuvo. “Hoy puedo volver a reír sinceramente, a abrazar a mi hijo sin miedo, a salir de mi casa sin sentir que va a explotar a mis espaldas, a compartir con los otros sin temer algo terrible y puedo volver a confiar en mí, en mi raciocinio y en mis actos. Todos deben saber que se puede, claro que se puede”, asegura Analía.

martes, abril 24, 2007

Trastornos de la autoestima

Vigorexia, ortorexia y el comedor nocturno son algunos de los nuevos trastornos que afectan cada vez a más personas en todo el mundo. Están relacionados con la necesidad de aceptación, con la discriminación social y los modelos de belleza que difunden los medios de comunicación constantemente. Todos empiezan por conductas adoptadas en aras de mejorar la apariencia física, pero al volverse una obsesión, se tornan en enfermedades difíciles de revertir. En Psicologos Barcelona web de esta ciudad, se tratan este tipo de trastornos.
¿Qué es la vigorexia, qué la ocasiona y cómo se trata?En el afán de que el cuerpo esté más musculoso, cualquier persona normal hace una hora diaria de ejercicio para mantenerse sana. Ellos van más allá, lo convierten en algo obsesivo. Poseen un cuerpo muy vigoroso, más que atlético, en apariencia es sano, pero a la larga es algo que se vuelve una patología. Generalmente se ve más en hombres pero no es exclusivo de ellos. Desemboca en problemas sociales, como dejar de lado los compromisos con amigos o familiares por estar en el gimnasio, descuidan el trabajo, se ven alterados en su función global. No son capaces de darse cuenta, no son conscientes de su enfermedad, se percatan de ello porque alguien se los dice y les hace ver que lo que hacen es exagerado.
El tratamiento se hace a través de psicoterapia. Este proceso les ayuda a adecuarse, a dejar las obsesiones. Tiene que ver con la personalidad. Los tratamientos no son cortos, consisten en una o dos sesiones por semana de 50 minutos cada una y pueden durar varios meses. No requiere de medicamentos.
En cuanto a la ortorexia ¿qué la causa y cuáles son sus consecuencias?
Este trastorno se da por comer saludablemente en exceso. Está muy relacionado con la vigorexia, pero ésta tiene que ver sólo con la alimentación. Se diferencia de la anorexia (donde la persona no come nada) y de la bulimia (donde come y vomita), porque esta persona sí come, y muy saludablemente, pero al tornarse obsesivo pasa a ser una patología.
Quienes la padecen se imponen fuertes restricciones de alimentos, lo cual repercute directamente en su salud, llegando a producir complicaciones como hipotensión u osteoporosis debido a carencias de vitaminas o minerales como el calcio. Dentro de los síntomas están: el pasar más de tres horas al día pensando en su dieta sana; necesidad ineludible de planificar hasta el último detalle la comida del siguiente día; preocupación (casi obsesión) por la calidad de su ingesta; se aislan socialmente por su manera de comer; les envuelve un deseo compulsivo de conocer y encontrar los alimentos más sanos. Son personas que cuentan todas las calorías, los carbohidratos, proteínas, que tienen los alimentos; no pueden evitar ver la información nutrimental antes de ingerir algún producto. Prefieren no comer -en un restaurante por ejemplo- a ingerir alimentos que (a su parecer) son "impuros", es decir, alimentos con altos contenidos de aditivos, grasas o muchos azúcares. En una enfermedad que tiene que ver también con los trastornos de personalidad y el tratamiento a seguir es la psicoterapia, al igual que el de la vigorexia.
¿Qué es lo que hace que una persona se vuelva un comedor nocturno?La ansiedad es lo que los hace comer a todas horas. En algunas ocasiones también los trastornos gástricos influyen: quien se levanta buscando algo de comer a las tres o cuatro de la mañana, que es cuando se está produciendo ácido y no hay nada de alimento en el estómago, tiene algún tipo de padecimiento estomacal. Pueden ser personas que comen normalmente, pero también que comen a todas horas. Tienden a ser personas obesas que comen sin tener hambre y siguen ingiriendo por que eso calma su ansiedad. El fondo de todo esto es una idea reprimida y que busca salidas. Está muy relacionada con la conducta obsesiva compulsiva, donde se hacen cosas sin la plena voluntad de quien las ejecuta; el paciente mantiene una lucha en el inconsciente. 

lunes, marzo 26, 2007

La mayor parte de los afectados de TOC acaban depresivos

El Trastorno Obsesivo Compulsivo, lamentablemente aún bastante desconocido y minimizado por la sociedad, afecta sin embargo a un dos por ciento de la población mundial y puede revestir gravedad, ya que entre un 60 y un 80 por cien de los casos derivan en depresión.
Los que padecen esta enfermedad saben que es excesivo y estúpido lo que hacen, pero no pueden evitarlo, hasta el punto de que sus obsesiones interfieren en sus vidas y provocan un sufrimiento insoportable.
Una persona con este trastorno puede estar obsesionada con la limpieza y lavarse compulsivamente las manos; ser incapaz de permanecer en una habitación en la que no esté todo simétricamente ordenado u obsesionarse porque una mancha de la alfombra pueda ser sangre con sida y pueda contagiarse. Uno de los ejemplos más gráficos para describir la sintomatología es el personaje al que dio vida Jack Nicholson en la película "Mejor imposible", reconoce Zohar, aunque menciona otras víctimas de este trastorno que no tuvieron un final feliz como Howard Hugues, el multimillonario estadounidense que murió con malnutrición por su obsesión por los gérmenes.
Otras personas traducen sus obsesiones en el miedo al envenenamiento, como una madre (caso real entre tantos otros) que estaba convencida de que podía envenenar a su bebé con detergente. Primero sacó de su casa todos los detergentes que tenía, posteriormente dejó de pasar por el pasillo del supermercado que los vendía y finalmente evitó la calle donde estaba el supermercado. En estos casos, si se trata de una TOC bien diagnosticada, no hay peligro de que la paciente haga daño al bebé. Jamás le hará nada, porque es sólo una obsesión.

miércoles, marzo 14, 2007

Obsesionados por recoger perros en casa

Son muchas las víctimas del llamado síndrome de Diógenes con animales, un trastorno psiquiátrico de nuevo cuño, del que apenas hay estudios en el mundo, y cuyo síntoma visible es el acopio desmesurado de animales de compañía. Quienes lo padecen -personas de 50 años en adelante que sienten una necesidad compulsiva de poseer bichos- creen firmemente que los están salvando. Los domésticos son los más afectados y los que más abundan en el estereotipo.
«La mayoría es gente solitaria, soltera o que ha perdido a su pareja y tiene alteradas las facultades mentales, especialmente aquéllas que tienen que ver con afectividad», explica el psiquiatra José Miguel Gaona. «Falta saber», concluye, «si este síndrome, que ni siquiera figura como tal en los libros, es consecuencia de una demencia o de un trastorno obsesivo compulsivo, propio de las personas que acumulan objetos».
Este tipo de personas no es un simple excéntrico e inofensivo. No reconoce que sus animales están mal, incluso ante niveles críticos y evidentes de desnutrición, deshidratación, infestación parasitaria... Lo escaso que reza por escrito sobre este hábito enfermizo ha sido divulgado por la Humane Society of the United States. En uno de sus estudios, realizado con vecinos de Nueva York que habían sido denunciados por su tendencia descontrolada a recoger mascotas abandonadas, casi las dos terceras partes eran mujeres, y el 70% estaban solteras. La mayoría de los Diógenes entrevistados, muchos de los cuales vivían sin luz ni agua corriente, admitieron que esa obsesión les venía de la infancia. Que los animales les daban un «amor desinteresado y sincero», y que tendían a personalizarlos y humanizarlos, viéndose a sí mismos como sus salvadores.
«No es un fenómeno esporádico, sino cada vez más común», certifica el veterinario Juan María Josa, del Centro Integral de Animales de la Comunidad de Madrid (España). La crueldad -que se da también en personas con recursos- llega a tal extremo que las escenas de canibalismo se repiten con frecuencia. «Llega un momento», explica Josa, «en que los dueños se ven desbordados, incapaces de controlar y alimentar a la jauría. Entonces, los animales se comen unos a otros. No les queda otra salida para sobrevivir. Nos hemos encontrado, de hecho, con perros muertos debajo de mesas y camas que habían sido devorados por otros perros hambrientos».

martes, marzo 13, 2007

Microchips en el cerebro para tratar la obsesión

El Hospital Virgen de las Nieves de Granada practicará, por primera vez en España, operaciones para insertar en el cerebro de enfermos con manías obsesivas un microchip que les ayude a controlar la enfermedad.
La manía obsesiva grave es una enfermedad que se manifiesta en comportamientos como por ejemplo el extremado cuidado por la higiene, lavándose una y otra vez. Los maniacos obsesivos se lavan las manos una y otra vez, creyendo que están sucios.
Los maniacos obsesivos, son personas cegadas por una idea absurda y falsa que combaten con comportamientos extraños para contrarrestar los supuestos efectos nocivos. Un 20% de los pacientes que la padecen están incapacitados para una vida normal. Ahora, varios departamentos del Virgen de las Nieves practicarán una operación que servirá para enviar una serie de impulsos a la zona del cerebro que lleva a los enfermos a actuar de manera anómala. El microchip tiene el tamaño de una pastilla pequeña de jabón e incorpora una batería de litio.
Según declaraciones del jefe emérito de Neurocirugía del Virgen de las Nieves, Ventura Arjona, "en España sólo hay una clínica privada que ha operado a un paciente. En el resto del mundo habrá unas seis en Suecia, cuatro en Alemania, una en Francia y más de una decena en Estados Unidos. Al menos, casos que se han publicado en revistas científicas".
El Virgen de las Nieves se convertirá en el primer hospital público en realizar este tipo de operación.

jueves, febrero 15, 2007

Síndrome de Atesoramiento

Hubo una vez una mujer que tenía en su armario 400 pares de zapatos; la mayoría no se los había puesto ni una vez. No, no se trata de un cuento, sino de un caso clínico del llamado Síndrome de Atesoramiento, que se suma a la estructura de la personalidad obsesiva compulsiva.
El sicólogo Hans Oleg Olvera Trejo, subdirector académico de la Dirección de Educación Continua de la Universidad Iberoamericana, explica que este comportamiento se caracteriza, precisamente, por hacer colecciones y guardar objetos en grandes cantidades independientemente del uso que se les pueda dar.
El también sicoanalista y sicofisiólogo egresado de la UNAM señala que, generalmente, las cosas que se atesoran tienen un significado, el cual tiene que ver con el origen del padecimiento, aunque en algunos casos sólo es por el hecho de poseer algo.
"Tesoros" con significado
Durante el tratamiento de la mujer con centenares de zapatos -quien por cierto, era una ejecutiva de alto nivel-, se encontró que su vida sentimental era muy compleja, que había ocasiones en que faltaba a juntas de trabajo importantes para irse de compras. También se supo que cada vez que tenía una decepción o una inadecuación emocional se disparaba su impulso por adquirir calzado. Asimismo reveló que durante su infancia había perdido a su madre, quien pertenecía a una familia de productores de piel de León, Guanajuato (México). De modo que ella encontraba en sus "tesoros" la manera de sentirse segura y cerca de su madre. "Este conflicto de personalidad tiene que ver con la necesidad de control, de juntar una serie de objetos en el exterior y saber que de nosotros depende lo que va a ocurrir con ellos." "Cuando las personas no pueden controlar adecuadamente los vínculos afectivos que tienen con las personas a su alrededor, tienen la compulsión de coleccionar cosas, las cuales adquieren cierto simbolismo. Es decir, estos tesoros sustituyen la necesidad de un vínculo sentimental", comenta el doctor Olvera Trejo. Si, por ejemplo, se guardan estampillas, en el tratamiento médico se analiza si éstas tienen un sentido o antecedentes con la familia o con una pareja y qué significado tiene para la persona lo que está guardando.
Colecciones y obsesiones
Ahora, "no todas las personas que tienen alguna colección padecen el Síndrome del Atesoramiento. El hecho de recolectar cosas resulta un hábito normal tanto en adultos como en niños, cuando se trata de un hábito personal que refuerza los lazos con el exterior, por ejemplo, en los casos en los que las amistades contribuyen a acrecentar las colecciones", advierte el catedrático de la Universidad Iberoamericana.
De hecho, Sigmund Freud, conocido como el padre del sicoanálisis, era un apasionado de las piezas arqueológicas egipcias. Sin embargo, "cuando la persona busca a toda costa estos objetos, los roba, gasta cantidades excesivas de dinero y llega a romper lazos personales en su afán de conseguirlas, estamos hablando de que el síntoma obsesivo ya está disparado y se está integrando un cuadro patológico", señala.
El estrés y las presiones familiares o profesionales, así como las condiciones socioeconómicas del paciente siempre precipitan un cuadro obsesivo. "En todos los casos, la persona actúa así porque trata de compensar un vacío emocional. Esta condición también aplica a los compradores compulsivos".
Diagnóstico y tratamiento
Los primero es tener un diagnóstico claro y, luego, adherirse a un tratamiento sicoterapéutico normal, con el cual no se dejará el hábito, pero sí se podrá controlar.
Cuando el paciente tiene condiciones de cleptomanía o sociopatía, cuesta más trabajo que acepten un tratamiento y se requiere, entonces, la colaboración del sicoterapeuta y del siquiatra, quienes pueden prescribir fármacos para controlarlo.

viernes, febrero 09, 2007

Las obsesiones

¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?
No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz... y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo... Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.
Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devienen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentirse bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una cadena, se convierten en rituales patológicos.
Catálogo de rituales obsesivos
Casi siempre están relacionados con:
La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que tocan o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les parece algo horrible.
El orden. No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángulos de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afectado por esta manía.
Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber cerrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.
Distinguir los pensamientos obsesivos
Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad... nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicteto, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsionados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.
La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.
Los pensamientos negativos
El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen sufrir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.
Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos:
Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La persona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los demás acerca de nosotros.
Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que...?», «¿y si me sucede a mí?»
Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de reacción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable.
Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.
Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos
Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emociones. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas interpretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tristeza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.
Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad.
Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona.
Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras.
Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas.
¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
¿Me hace bien o me hace daño?
¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
¿Cómo influye en mi conducta?
Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.
Incluso si lo que pienso es correcto, ¿es realmente una catástrofe?
¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal?

domingo, enero 21, 2007

Cipralex aprobado en Europa

Laboratorios Lundbeck acaba de informar de la aprobación de Cipralex (escitalopram) para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo en Europa. Dicha aprobación se basa en dos estudios principales que demuestran que Cipralex es efectivo y bien tolerado en el tratamiento de este trastorno con el beneficio añadido de unas importantes tasas de remisión y prevención de recaídas.
“La aprobación de Cipralex para el trastorno obsesivo-compulsivo es una noticia prometedora para los pacientes que conviven con este discapacitante trastorno,” dice el profesor Joseph Zohar, de la División de Psiquiatría del Sheba Medical Center de Tel Aviv, Israel y Presidente del International College of Obsessive Compulsive Spectrum Disorders (ICOCS). “La sociedad a menudo subestima el impacto del TOC en la vida diaria y es fundamental para los pacientes tener acceso a un tratamiento que sea bien tolerado y efectivo en la reducción de los síntomas y de la discapacidad social asociada que los pacientes con TOC experimentan a diario.
”El estudio principal, llevado a cabo por Stein y col., ha demostrado que el tratamiento con Cipralex produce un alivio sintomático significativo, una mejoría en los problemas sociales y ha sido bien tolerado en lo que en el estudio se describe como una cohorte muy extensa de pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo.


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