PSICOTERAPEUTAS ONLINE

Te ayudamos a solucionar tus problemas. Servicio de psicología online y telefónico.


SICOLOGÍA

Trastorno obsesivo compulsivo, depresión, estrés, ansiedad... Estudios de la personalidad y la conducta. Patologías y trastornos mentales...

lunes, mayo 21, 2007

Testimonios de pacientes y opiniones de psicoterapeutas


"Todo empezó cuando era adolescente. Los días que me quedaba a estudiar hasta tarde comenzaba la pesadilla. No podía acostarme después que el resto de mi familia, porque me hacía a la idea de que iba a dejar las puertas y la llave del gas abiertas, que iban a entrar ladrones y nos iban a matar a todos o que iba a explotar la casa, y que todo sería mi culpa. Entonces daba inicio a un ritual que me consumía. Revisaba puerta por puerta y chequeaba la llave del gas hasta que me doliera la mano. Terminaba la ronda y volvía a empezar, una y otra vez, y cada vez que me encaminaba hacia mi habitación la duda volvía a asaltarme, y otra vez se ponía a andar la rueda. Rompí tres picaportes y dos llaves del gas en menos de siete meses. Los últimos tiempos después de ritualizar una o dos horas, cuando sentía que ya no daba más y cuando me invadía una sensación de irrealidad que creía que no me dejaba razonar, despertaba a mi hermano para que me confirmara que había cerrado todo. La certeza de que iba a ocurrir algo terrible era para mí cada vez más fuerte. Me moría de vergüenza, sentía que me estaba volviendo loca, pero no podía controlarlo”.
Con el relato de Ana Laura Q. (30 años) muchas personas podrían sentirse identificadas. La que hoy es una mujer adulta y profesional, cuenta los primeros síntomas de lo que después supo era el Trastorno Obsesivo Compulsivo, una patología que se ubica dentro del vasto grupo de los trastornos de ansiedad y que ataca, según diversos estudios, a una de cada 50 personas en todo el mundo.
Pese a que las víctimas del TOC se sientan “únicas”, distantes están de serlo. De acuerdo a datos difundidos afecta en la misma proporción a hombres y a mujeres y que si bien puede aparecer en cualquier momento de la vida, suele dar sus primeros indicios en los albores de la adultez. De todos modos, los médicos advierten que las estadísticas “no deben tomarse al pie de la letra”. La experiencia del consultorio demuestra que muchos pacientes con TOC ocultan su problema por temor a ser mal vistos, dado que ellos mismos son concientes de que sus manías o sus ideas son absurdas y carecen de sentido. Y esa es, según los profesionales, una de las principales diferencias entre el trastorno obsesivo compulsivo y las fobias -estrellas por excelencia de estos tiempos si es que de ansiedad se habla-. “Mientras por la difusión que han tenido, las fobias comienzan a ser vistas como algo relativamente común o padecido por muchos, y en tanto, devinieron en patologías con cierto grado de aceptación social, el TOC tiende a esconderse porque sigue siendo una enfermedad que da vergüenza a quien la padece”, aseguran los expertos. Lo cierto es que, considerado por la Organización Mundial de la Salud como una de la 10 enfermedades más invalidantes, el trastorno obsesivo compulsivo puede llegar a límites que rozan con la irracionalidad para quien lo observa fuera de la piel de quien lo sufre y es esto precisamente, lo que lleva al enfermo a ocultarlo.
“Yo empecé con el TOC a los 17 años. Íbamos a la bolera con mis amigas y yo temía conocer a alguien porque me obsesionaba la idea de contagiarme HIV. Fue un pensamiento que primero me pareció normal, pero después fue cobrando fuerza, hasta el punto en que no quería que nadie se me acercase. Todas las personas eran amenazas para mí, todas podían tener SIDA e infectarme, y así me fui aislando. Llegué a no sentarme en los autobuses y a usar guantes constantemente, porque temía que hubiese sangre en los pasamanos, o en el asiento, que la sangre traspasara el pantalón y llegara hasta mi pierna. Si por casualidad me lastimaba alguna parte expuesta del cuerpo faltaba al trabajo y a la facultad, porque tenía terror de que justo en esa herida me entrara sangre infectada. Ni hablar de las relaciones sexuales, pasé más de cuatro años sin tener ningún tipo de contacto físico con nadie, porque el miedo al contagio era más fuerte que cualquier cosa. En el límite del ostracismo entre en una depresión muy fuerte, y recién ahí, ante la intervención de mi familia y la consulta con el médico supe que tenía TOC”, cuenta Mariana P. (27a).
De acuerdo a la definición médica, el TOC es un trastorno cuyas características son las obsesiones, que son pensamientos o imágenes por lo general absurdas, repetitivas y negativas a las que la persona intenta rechazar pero no puede, y por ende le causan ansiedad, dudas y distrés. Si bien quien las tiene reconoce que estas ideas son producto de su propia mente, intenta ignorarlas, aunque no puede hacerlo. Según advierten los especialistas y confirman los pacientes que padecen la patología, las obsesiones tienen que ver con la contaminación o el contagio, con una preocupación excesiva por la suciedad, con el temor a ofender o dañar a los otros, -especialmente los seres queridos- con la acumulación de objetos por lo general inútiles y con la necesidad de simetría y precisión. En tanto, las compulsiones, -otra característica del trastorno- son comportamientos o actos mentales que se repiten y que las personas afectadas sienten que deben realizar para evitar que suceda ese acontecimiento al que temen, hecho que los lleva a un acto característico del TOC: el ritual.
“Siempre fui una persona en general ansiosa y perfeccionista, sobre todo en cuanto a mis propias acciones y conductas, Y el TOC me atacó por todos los flancos. Primero empecé con la necesidad continua de lavarme las manos por miedo a las bacterias. Después seguí con la limpieza, y después con el orden: necesitaba que todos los objetos de mi escritorio estuvieran alineados de manera simétrica y exacta. Llegué hasta el extremo de ser el último en la oficina con la excusa de tener trabajo atrasado para poder ordenar todo de manera simétrica y que, por ejemplo, la línea de la calculadora me quedara exactamente paralela a la línea del monitor. Y así se me fueron agregando cosas. En el último tiempo antes del tratamiento se me había puesto que no debía pisar bordes. Entonces buscaba caminar siempre por el medio de las veredas, evitaba los umbrales y me cuidaba de no pisar las líneas de las baldosas o las rayas de la calle. Después comencé a repetir números mentalmente. Me proponía por ejemplo contar de tres en tres en todo el viaje de mi casa al trabajo y ponía atención para no equivocarme ni perderme, porque estaba seguro de que si lo hacía me iba a ir mal todo ese día. Es algo inexplicable lo que se llega a pensar, uno termina muy cansado y se siente incapacitado, porque el círculo de lo permitido se cierra cada vez más”, relata Héctor R. (56a).
El TOC es una enfermedad que no tiene mucha difusión pero la tiene mucha gente. Este trastorno se divide en la obsesión, que es una idea o un pensamiento desmedido y desproporcionado y las compulsiones o rituales, que son los que alivian y los que tranquilizan a la persona que teme que se cumpla ese pensamiento obsesivo. Claro que no siempre que hablemos de una obsesión hablamos de TOC. Nosotros tenemos dentro del diagnóstico un punto de corte, que puede ser discutible, pero que indica que para que una persona sea diagnosticada con TOC tiene que pasar al menos seis meses con los síntomas y debe sumar al menos una hora diaria de rituales. Para que sea TOC, el trastorno realmente debe interferir en la vida cotidiana, debe limitar y debe alterar la calidad de vida”, aclara un profesional para evitar falsas alarmas.
“Al paciente con TOC se le aparecen una serie de ideas que van en contra de su marco de valores. Si bien a todos nos pasa, quien no sufre de TOC tiende a pasar por alto estos pensamientos, pero un paciente con TOC los sobrestima. Produce un fenómeno que es la fusión pensamiento-acción. Cree que si piensa algo, eso que piensa pasa al orden de la realidad, pero esto es una distorsión. El paciente cree que si piensa que la llave del gas puede estar abierta es porque lo está, hay una confusión entre posibilidad y probabilidad. Si se le cruza la idea de que podría haber sido gay, por ejemplo, empieza a ponerse muy ansioso pensando cómo hará para desestimar o sacarse de la cabeza esa idea de ser gay. Los pacientes TOC son, como todos los pacientes de trastornos de ansiedad, muy controladores de la incertidumbre, y esto tiene su correlación con personalidades perfeccionistas y criticistas, que no pueden tolerar ideas contradictorias a su marco de valores”, asegura el psicólogo Francisco Palacín. Y las palabras del profesional tienen su correlato en el testimonio de los pacientes, que una vez recuperados o en tratamiento, pueden contar de qué se trata: “Cuando nació mi primer hijo mi vida hizo un click. Comencé a tener una obsesión por la limpieza muy fuerte por miedo a que el bebé se enfermase de algo grave. Me angustiaba mucho la sensación de que a mi hijo le pasaría algo terrible. Entonces baldeaba dos veces por día toda la casa, pasaba lavandina en todos los muebles y echaba desinfectantes ambientales constantemente, ante la incomprensión de mi familia. Pero después me pasó algo horrible. Comencé a tener terror de dañar a mi hijo, de tener un acto de locura y lastimarlo, y esa sola idea me paralizaba. Pensaba que estaba volviéndome loca, entonces evitaba quedarme sola con él. Fueron momentos muy difíciles, porque sentía que no se lo podía confiar a nadie, que iban a encerrarme. Me sentía un monstruo”, cuenta Analía A. (31a).
El temor a lastimar es otro de los síntomas del TOC. “El obsesivo compulsivo teme cometer todas las conductas que moralmente están sancionadas. Tiene miedo de empujar a una embarazada o dañar un ser querido, por ejemplo. Imagina la situación y la vive con mucha angustia y culpa excesiva. En algún punto el trastorno obsesivo compulsivo está ligado a la culpa y esto hace que los pacientes teman desarrollar conductas moralmente incorrectas, pero deben saber que estas ideas no significan en absoluto que vayan a actuar así. Justamente porque no lo harían nunca se lo imaginan. Los obsesivos no hacen nada y sienten culpa como si hubieran hecho todo”, explica los psicólogos.
Según admiten los profesionales, determinar cuál es el verdadero origen del TOC sigue desatando un debate en el plano de la ciencia. Mientras algunos insisten en una predisposición genética, otros no la desestiman, pero resaltan la importancia de factores externos que favorecen al desarrollo de la enfermedad. “Existen varias teorías acerca del origen del TOC, desde compromisos neuro orgánicos hasta factores genéticos, como así también particularidades familiares, y algunos cuadros virósicos que dejan esta patología como secuelas –explicó el médico psiquiatra Eduardo Grande-. De todos modos también es pertinente resaltar que muchas veces se encuentra en la historia vital de estas personas antecedentes de la infancia o de la adolescencia predisponentes, o bien ansiedades, pánico, depresiones, irritabilidad, trastornos de escolaridad, o de la alimentación, que terminan en TOC”, acota.
A destacar la incidencia que pueden tener los antecedentes familiares o el contexto de crianza en el paciente que manifiesta los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo, ya que, muchas veces, hay eventos que desencadenan la patología.“ Hay contextos familiares claramente favorecedores para el TOC, como el hecho de que alguno de los padres haya sufrido algún tipo de trastorno de ansiedad por el cual hayan señalado ciertas situaciones como catastróficas, o peligrosas y hayan desarrollado la idea de que hay que controlar determinada cantidad de cosas para sobrevivir. También hay factores desencadenantes, situaciones de mucha ansiedad, situaciones sociales. Los pacientes ansiosos no toleran la incertidumbre, piensan siempre que lo que va a venir es negativo, y como no puede controlar la incertidumbre, desarrolla niveles de control en otras áreas que no necesitan ser controladas. No puedo controlar que mis hijos crezcan, pero sí puedo controlar la limpieza de los azulejos del baño, limpio los azulejos del baño hasta que reluzcan. Siempre atrás de un ritual compulsivo hay una idea ansiógena”, explican los especialistas. De todos modos, médicos, profesionales y pacientes recuperados prefieren dar un mensaje de optimismo, y resaltan una afirmación que muchos de los que padecen TOC y todavía no lo saben o lo ocultan pueden creer en el imposible: el mal se puede superar, y en la medida que desaparezca, se calmará la angustia, se recuperará la calidad de vida y se volverá a ser libre.
“Hoy en día quien sufra de TOC debe saber que existen tratamientos muy efectivos, que en general son combinados: por un lado se recurre a una terapia farmacológica y por el otro a un tratamiento cognitivo comportamental, porque la persona debe aprender a controlar las sensaciones y tratar de evitar los rituales. Para esto la familia debe colaborar y lo hará no ayudando con los rituales, y alejándose de una postura demandante o crítica”. “Se han desarrollado muchos tratamientos eficaces y efectivos, y en la gran mayoría de los casos los pacientes muestran una muy buena respuesta. Lo primordial es animarse a asumir lo que sucede y a pedir ayuda”. En los tiempos que corren, cuando la ansiedad parece ser un ingrediente más de la vida cotidiana de muchos, reconocer los efectos que puede producir parece ser el arma fundamental para combatirla. Y en este sentido, detenerse en el testimonio de quienes lograron salir adelante de epidemias silenciosas como el TOC se torna una estrategia válida para poner los ojos en la esperanza y aferrarse a la idea de que se puede recuperar la vida que alguna vez se tuvo. “Hoy puedo volver a reír sinceramente, a abrazar a mi hijo sin miedo, a salir de mi casa sin sentir que va a explotar a mis espaldas, a compartir con los otros sin temer algo terrible y puedo volver a confiar en mí, en mi raciocinio y en mis actos. Todos deben saber que se puede, claro que se puede”, asegura Analía.


PSICOTERAPEUTAS ONLINE

Te ayudamos a solucionar tus problemas.
Servicio de psicología online y telefónico.