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SICOLOGÍA

Trastorno obsesivo compulsivo, depresión, estrés, ansiedad... Estudios de la personalidad y la conducta. Patologías y trastornos mentales...

sábado, agosto 05, 2006

Rarezas

JESÚS KOCINA Calificados como raros o esclavos de rarezas, con manías repetitivas y víctimas de un gran sufrimiento por la incomprensión social de que son objeto, este tipo de pacientes ya han sido estudiados, aunque de pasada, en uno de los capítulos de mi último libro, «Reflexiones y convicciones. Comunicación médico-paciente» (Ediciones Trea, 2006), donde se abordan las diversas variantes del concepto «enfermedad». Mi primera dificultad surge al tener que diferenciar los conceptos de enfermedad y salud, ya que el gran número de pacientes que acuden a nuestras consultas privadas o institucionales carece de la base orgánica que justifique sus molestias, a pesar de lo cual es indudable que llevan una vida de penuria. Se trata de aquellos pacientes que en mi tercer libro califiqué de «enfermos sin enfermedad», es decir, aquellos que se presentan con las características frases de «doctor, me encuentro muy mal», y que ante todas las pruebas analíticas, electrocardiográficas, encefalográficas, químicas de sangre, oído, muestra endoscópica, escáner, etcétera, etcétera, no se les localiza una patología específica, lo que genera una situación de desconcierto para el médico y de angustia para el «paciente», ya que el primero no tiene ningún elemento calibrador que lo oriente y el segundo recibe la impresión de verse rodeado de total incomprensión. Este síndrome lo encontramos en número levemente superior en las mujeres, y es evidente que se exacerba cuando descienden los niveles de estrógenos (período premenstrual o durante el embarazo). En la mujer es más frecuente a partir de los 20 años en chicas recién casadas y con acontecimientos vitales desfavorables, en cuyos casos surgen episodios de complejidad que los psiquiatras han denominado «obsesión compulsiva». En tales circunstancias es muy frecuente el exceso de prevención ante el contacto con los más variados objetos, tales como muebles, pasamanos, etcétera, porque estas personas sienten que pueden ser contagiadas. Personalmente he tenido pacientes (personaje culto y con una especialidad técnica) que llevaba en el bolsillo una copa para utilizarla por si tomaba algún licor o cualquier bebida fuera de casa. Es frecuente también que a estas personas les asalten ideas mágicas o de tipo supersticioso y con sentimiento de culpabilidad, bien sea de carácter sagrado o referente al sexo, etcétera, pero en general hemos de resaltar que tales personas no son violentas. En días pasados cayó en mis manos un artículo que trataba esta materia, cuyo autor denominaba su trabajo con el título de «Casos raros e incomprendidos», en él se estudiaba a estas personas portadoras de manías, conductas repetitivas e ideas fijas que en ocasiones representan para ellas una vida de señalada insatisfacción e incluso de hondo sufrimiento. El doctor Alonso Fernández, catedrático emérito de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Neurológica de Psiquiatría Social, define el cuadro que presenta estas personas como «obsesivo-compulsivo» y nos señala que lo que hace menos de dos décadas afectaba a una de cada 10.000 personas en la actualidad tiene una prevalencia de hasta el 3% de la población. Análoga interpretación es la del doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Princesa de Madrid. Sintomatológicamente, creo que podemos atribuir esta situación al resultado de la masificación del momento que vive la Humanidad ante el efecto de la distorsión que ocasiona tanta información por parte de los medios de comunicación y el abrumador vendaval estresante que lanza sobre nosotros una ingente cantidad de desajustes que somos incapaces de resolver y preguntas a las cuales no se puede dar respuesta. Jack Nickolson considera que es el resultado de vivir en una sociedad que sirve de caldo de cultivo al sobrevalorar los ideales de la ética, cómo alcanzar el éxito y el triunfo en la vida. Ahora se ensalza la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro, yo diría que estos pacientes con ideas mágicas o invadidos por sentimientos de culpa o sobre la relación sexo con lo sagrado son casos de ansiedad y con gran probabilidad de imagen depresiva que la psiquiatría califica como «raros», extravagantes, etcétera, pero que no son exactamente los que presentamos como enfermos sin enfermedad o como «zona gris» entre la salud y la enfermedad. Éstos, evidentemente, tienen un trastorno mental obsesivo-compulsivo que debemos orientar al campo psiquiátrico, y más teniendo a favor las últimas estadísticas de Myers y Robins, que exponen una prevalencia de hasta el 3% de la población general.

Catedrático dice sólo 10% afectados depresión llegan especialista

El catedrático Jordi Obiols aseguró hoy en San Sebastián que 'sólo el 10 por ciento de las personas que padecen ansiedad o depresión llegan al especialista'.

Obiols, quien participó en un curso de verano de la Universidad del País Vasco titulado 'La depresión y la ansiedad: los trastornos del siglo XXI', dijo durante su intervención que actualmente existen tratamientos eficaces para tratar este tipo de enfermedades que, según comentó, tienen una incidencia elevada en la sociedad.

Precisó, en este sentido, que la depresión afecta en el mundo a 120 millones de personas, mientras que en España se calcula que esta cifra ronda los 4 millones, lo que supone el 10 por ciento de la población.

Explicó que, a pesar de esto, sólo el 10 por ciento de los enfermos llega al especialista lo que, en su opinión, se debe a la negativa del paciente a expresar sus problemas o a la decisión del médico de cabecera de no abordar el 'problema' que se le plantea desde la 'perspectiva de la psicopatología'.

Puso de relieve además el riesgo de suicidio que existe entre las personas que sufren trastornos depresivos mayores lo que, a su juicio, puede evitarse con un tratamiento adecuado.

En cuanto a los síntomas típicos de la depresión, Obiols citó las palpitaciones y taquicardias, la inestabilidad, los mareos, el insomnio y la tensión muscular.

Comentó que este transtorno se puede padecer en cualquier etapa de la vida, incluso en la infancia, aunque la franja de edad habitual es entre los 20 y 50 años y su incidencia es mayor entre las mujeres.

El catedrático de la Universidad de Barcelona remarcó, por último, que hay que diferenciar en todo caso esta enfermedad, descrita por los afectados como un 'auténtico infierno', de lo que pueden ser 'estados de tristeza, melancolía o depresivos pasajeros'.


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