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SICOLOGÍA

Trastorno obsesivo compulsivo, depresión, estrés, ansiedad... Estudios de la personalidad y la conducta. Patologías y trastornos mentales...

domingo, diciembre 10, 2006

No podía hacer algo sin un ritual

No podía hacer algo sin un ritual. Estos rituales trascendían a todos los aspectos de mi vida. Para mí, era muy importante contar. En la noche, cuando ponía mi despertador, tenía que hacerlo en un número que no sumara un "mal" número. Si mi hermana tenía 33 años y yo 24, no podía dejar la televisión en el canal 33 o en el 24. Me echaba champú tres veces en lugar de una porque tres era un número de suerte y uno no lo era. Me demoraba mucho al leer porque contaba las líneas de cada párrafo. Si estaba escribiendo una tarea para mi examen en la escuela no podía tener cierto número de palabras en una línea si sumaban un mal número. Siempre estaba preocupada pensando que si no hacía cierta cosa mis padres iban a morir. O me afligía hacer algo que causara daño a mis padres lo cual era totalmente irracional. No podía usar nada que dijera Boston porque mis padres eran de ahí. No podía escribir la palabra "muerte" porque me preocupaba que algo malo sucediera. El vestirme en las mañanas era muy difícil porque yo tenía una rutina y si me desviaba de ella, tenía que volverme a vestir. Yo sabía que esos rituales no tenían sentido pero no parecía que pudiera sobrepasarlas hasta que me sometí a terapia.
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno caracterizado por presentar pensamientos o rituales de ansiedad que usted siente que no puede controlar. Si usted padece de TOC, como se le conoce, puede estar plagado de pensamientos o imágenes persistentes indeseables o por la necesidad urgente de celebrar ciertos ritos.
La investigación de los científicos apoyados por el NIMH y otros investigadores ha dado como resultado obtener medicamentos y tratamientos de comportamiento que pueden beneficiar a las personas con TOC. Una combinación de los dos tratamientos casi siempre ayuda a la mayoría de los pacientes. Algunos individuos responden mejor a una terapia y otros requieren una distinta. Dos medicamentos que han probado ser efectivos en el tratamiento del TOC son la clomipramina y el fluoxetin. Sin embargo, varios más parecen ser prometedores y podrán obtenerse en un futuro cercano.
La terapia de comportamiento, específicamente una llamada prevención por exposición y respuesta también ha demostrado ser buena en el tratamiento del TOC. Consiste en exponer a la persona a lo que causa el problema y luego ayudar a el o la paciente a hacer a un lado el ritual acostumbrado; por ejemplo, hacer que el o la paciente toque algo sucio y después no se lave las manos. Esta terapia frecuentemente tiene éxito en pacientes que completan un programa de terapia de comportamiento, aunque los resultados han sido menos favorables en algunas personas con TOC y con depresión.

lunes, noviembre 20, 2006

Detecte obsesiones

Un trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad mental hereditaria y se manifiesta por primera ocasión cuando sucede algo que genera una crisis.
El trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad mental que llega a afectar la vida diaria de quien lo padece y puede controlarse a través de diferentes métodos. La psicóloga Guadalupe Guzmán Sandoval indica que hay casos en que la obsesividad y la compulsividad sólo son rasgos de la personalidad, porque sólo se presentan de vez en cuando y no son una patología. También puede ocurrir que esas conductas sean formas de manejar la ansiedad, que sean ideas que el cerebro genera para sobrevivir y manejar la ansiedad y la persona logra ese objetivo, informa. A final de cuentas se encuentra tranquila, controla la situación y su vida diaria no se ve alterada, comenta, puede ir a trabajar sin ningún problema y se relaciona con los demás. En cambio, cuando realmente es un trastorno obsesivo-compulsivo se trata de una enfermedad mental que es hereditaria, explica, y se manifiesta por primera ocasión cuando sucede algo que genera la primera crisis. Externó que después de este primer episodio, que con frecuencia se presenta en la adolescencia, lo mejor es que la persona acuda con un especialista para que le sea realizado un diagnóstico y siga un tratamiento. La obsesión consiste en pensamientos persistentes que perturban, invaden y no tienen sentido, comenta, los cuales surgen de repente aún y cuando el individuo se encuentra tranquilo. Por otro lado, la compulsión representa el llevar a cabo esos pensamientos, es la acción, refiere, la necesidad de realizar un ritual para manejar la ansiedad. Señala que cuando la obsesión y la compulsión afectan la vida de quien las padece y no permiten su desarrollo normal en su vida cotidiana se convierte en una patología. Un ejemplo es el de alguien que al llegar a su trabajo siga preocupado por no estar seguro de que cerró bien las llaves del gas de la estufa, expone, y su ansiedad no le permite conversar con sus compañeros ni hacer su trabajo, porque no está tranquilo. Otro caso de un obsesivo-compulsivo es que al llegar a un lugar tenga que lavarse las manos, limpiar todo lo que está a su alrededor, siempre está al pendiente de los microbios y siente que lo invaden, manifiesta. También hay quienes enumeran todo lo que a su alcance, apunta, por ejemplo las latas de la alacena las cuentan en la mañana y en la noche y no pueden salir de casa sin haberlo hecho. Dice que en este trastorno el orden debe ser impecable y una manera en que esto se manifiesta es que la persona ordene los zapatos por color y por temporada. Cuando un individuo es obsesivo-compulsivo con la limpieza se siente sucio todo el tiempo, refiere, se lava las manos repetidamente en el día hasta provocar que éstas sangren o limpia constantemente el baño o la cocina. Sin embargo, aunque con esas acciones la persona trata de liberarse del pensamiento obsesivo no lo logra, sólo se entretiene, indica, porque lo que en realidad requiere es seguir un tratamiento.
Cuando sólo son rasgos de la personalidad puede controlarse la conducta con algunos métodos para manejar la ansiedad como puede ser llevar a cabo técnicas de relajación, señala. Entre ellas se encuentran el realizar ejercicios de respiración, escuchar música new age, recurrir a la meditación, yoga, baile, jazz, es decir, practicar algo que genere endorfinas y que baje el ritmo acelerado del pensamiento, indica, para que pueda enfocarse en lo que es verdaderamente importante y real. Señala que con esos métodos es posible reducir la ansiedad y ayudan al individuo a que se conecte de nuevo con la realidad y que aquello que lo tenía obsesionado ya no lo angustie tanto.
Éstas son las formas en que una persona puede demostrar que es obsesiva-compulsiva:
-Limpieza exagerada.
-Examina todo para asegurarse de que está bajo control.
-Miedo a cometer un pecado.
-Enumera todo lo que hay a su paso.
-Atesora objetos, todo guarda.

martes, noviembre 07, 2006

Los niños con TOC muestran deterioro en el funcionamiento adaptativo y emocional

En un reciente estudio publicado en la revista “American Journal of Psychiatry” se evalúa el tipo de deterioro y la comorbilidad en niños afectados con trastorno obsesivo-compulsivo. Los autores evaluaron a 287 niños y adolescentes de los que 191 eran chicos y el resto chicas de edades comprendidas entre los 7 y 18 años. De todos ellos 56 fueron diagnosticados con TOC, 43 con TOC y Trastorno del déficit de atención, 95 sólo tenían Trastorno del déficit de atención y 93 eran niños sanos como grupo control.
Tras realizar varias pruebas diagnósticas los autores hallaron que los niños con el diagnóstico de TOC mostraban más deterioro en las funciones adaptativas y emocionales. Por el contrario los niños con déficit atencional presentaban mayores deterioros en las funciones sociales y familiares.

sábado, noviembre 04, 2006

Preludio obsesivo

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno caracterizado por presentar pensamientos o rituales de ansiedad que usted siente que no puede controlar. Si usted padece de TOC, como se le conoce, puede estar plagado de pensamientos o imágenes persistentes indeseables o por la necesidad urgente de celebrar ciertos ritos.
Una persona puede estar obsesionada con los gérmenes o la mugre y en ese caso se lava las manos una y otra vez. Puede estar lleno de dudas y sentir la necesidad de reconfirmar las cosas repetidamente. Puede estar preocupado por pensamientos de violencia y teme hacer daño a las personas que están cerca de usted. Puede pasar largos períodos de tiempo tocando las cosas o contando; puede estar preocupado por el orden y la simetría; puede tener pensamientos persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son repugnantes; o puede afligirle tener pensamientos que van contra su religión.
Los pensamientos o las imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman impulsos. No es placentero celebrar estos ritos que se siente obligado a hacer; únicamente siente descanso temporal de la incomodidad causada por la obsesión.
Muchas personas saludables pueden aceptar tener algunos de estos síntomas de TOC, tales como revisar la estufa varias veces antes de salir de la casa. Pero se diagnostica el trastorno únicamente cuando dichas actividades consumen cuando menos una hora al día, son muy angustiosas o interfieren con la vida diaria.
Muchos adultos con este problema de salud reconocen que lo que están haciendo no tiene sentido pero no pueden evitarlo. Sin embargo, muchas personas, especialmente niños con TOC, pueden no comprender que su comportamiento está fuera de lo normal.
El TOC afecta a hombres y a mujeres aproximadamente en igual número y aflige a más o menos 1 de cada 50 personas. Puede aparecer en la niñez, en la adolescencia o en la edad madura pero como promedio se detecta en los jóvenes o en los adultos jóvenes. Un tercio de los adultos con TOC experimentaron sus primeros síntomas en la niñez. El curso que sigue la enfermedad es variable; los síntomas pueden ir y venir, mitigarse por un tiempo o empeorar progresivamente. La evidencia de que se dispone sugiere que el TLC puede venir de familia.
La depresión u otros trastornos de ansiedad pueden acompañar al TOC. Además, algunas personas con TOC sufren de trastornos alimenticios. También pueden evitar las situaciones en las cuales tengan que enfrentarse a sus obsesiones. O pueden tratar, sin éxito, de usar alcohol o drogas para calmarse. Si el TOC se agrava seriamente puede interponerse entre una persona y su empleo o evitar que esa persona asuma responsabilidades normales en su casa, pero por lo general no llega a esos extremos.

viernes, octubre 20, 2006

¿Qué es el Síndrome de Gilles de la Tourette?

Este síndrome fue descrito en 1885 por el neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette, quien le dio el nombre. Se caracteriza por la presencia de tics (movimientos involuntarios, repentinos, rápidos, repetitivos, estereotipados y arrítmicos), de carácter motor, pudiendo ser de manifestación muscular localizada (simple), o involucrando mayor cantidad de grupos musculares (complejo) y también tics fónicos.
Los tics vocales o fónicos incluyen sonidos y ruidos, repetición de frases, palabras o parte de éstas provocando, de acuerdo a su intensidad y en conjunto con los tics motores, dificultades en el funcionamiento cotidiano del niño o niña que lo padece. La supresión de los tics es posible, pero va acompañada de una indeseable liberación explosiva posterior, lo que es generalmente acompañado de síntomas en la esfera emocional.
En un estudio histórico se constata que incluso figuras de relevancia en la historia mundial como W. Amadeus Mozart habría sufrido de este síndrome.
A pesar de haber sido considerada en un inicio como una patología rara, hoy se estima que es un cuadro frecuente en la infancia, con una incidencia que va desde el 3 al 3,8% en estudios realizados en población escolar en EE.UU., pudiendo llegar a un 7% en niños en educación especial.
En ocasiones el Síndrome de Gilles de la Tourette es erróneamente diagnosticado, debido a la frecuencia de patología coexistente (90%) lo que en muchas ocasiones es el factor que más restringe el funcionamiento y la adaptación del niño al medio.
En cuanto al curso de la enfermedad, se describe como oscilante, con períodos espontáneos de disminución y aumento de síntomas, observándose máxima severidad de ellos entre los 8 y 12 años con posterior declinación en la adolescencia y adultez, con desaparición completa de síntomas en un 26% de los ellos.
El diagnóstico de Síndrome de Gilles de la Tourette se realiza generalmente por un médico neurólogo, en base a la historia y observación clínica, en la cual deben estar presentes como elemento central los tics motores y fónicos en severidad y duración variable.
Pese a que no son condicionantes para el diagnóstico de Síndrome de Gilles de la Tourette, desde las primeras descripciones de la enfermedad, se han mencionado diversos cuadros de la esfera psiquiátrica asociados, siendo las más investigadas el Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad (SDAH). Se estima que afecta a aproximadamente entre el 50- 60% de los casos y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) del 32% al 67% de la población con Síndrome de Gilles de la Tourette. Está, caracterizado por pensamientos, ideas o imágenes recurrentes o conductas repetitivas, frecuentemente relacionado con conductas impulsivas, agresivas, depresión y ansiedad. Estos síntomas aparecen generalmente años después del inicio de los tics, encontrándose más comúnmente en la etapa de adolescencia. Los problemas de aprendizaje, especialmente matemáticas y lenguaje, presentan una incidencia de 51% en niños con ST.
Los factores psicosociales que de acuerdo a sus características pueden constituirse en facilitadores o limitadores presentes en el entorno inmediato del niño (como la familia o la escuela), contribuyen al inicio y la evolución de los tics. El tratamiento medicamentoso se realiza cuando los síntomas generan problemas funcionales y en el ajuste social, haciendo fundamental una evaluación integral del niño por parte de un equipo de profesionales del área infantil.
Es relevante considerar las capacidades adaptativas e interpersonales que el niño o niña logra desarrollar, así como el apoyo familiar y el involucramiento temprano de ellos en el tratamiento, serán fundamentales para los logros que se obtengan.
Para conseguir una mayor efectividad en el tratamiento es esencial, además de los padres, la incorporación de varios profesionales, tanto médicos como profesores, psicólogos y terapeutas ocupacionales, quienes deben abordar al niño desde distintos ámbitos de su desarrollo y en base a las necesidades de su etapa vital.

domingo, octubre 15, 2006

¡TOC, TOC! ¿Prisionero de tu propia mente?

¿Te domina el orden?, ¿el miedo a la libertad te hace prisionero de delicados rituales?, ¿temes a la sorpresa y a la espontaneidad?, es por eso que revisas varias veces que tu puerta este cerrada, ¿te levantas con el pie derecho y te persignas 7 veces antes de salir de tu casa?; claro porque si no lo haces te irá mal o tendrás esos pensamientos espantosos en contra de los santos.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), es una enfermedad neurológica que es caracterizada por pensamientos recurrentes, incontrolables y obsesiones desagradables; o de comportamientos repetitivos, los cuales uno no puede controlar. Los individuos con TOC reconocen que sus obsesiones y compulsiones son irracionales y excesivas, pero no tienen ningún control sobre ellas. El aspecto fundamental de este trastorno recae en consumir gran parte del día en estas conductas y causan marcada molestia o incapacidad.
Las obsesiones más comunes son, miedo a contaminarse; temor de actuar con impulsos violentos o agresivos; sentirse responsable por la seguridad de otros (por ejemplo, ansiedad de haber arrollado a alguien con su coche); pensamientos religiosos o sexuales que son horribles y repugnantes; preocupación excesiva con el orden, la simetría de objetos o se es incapaz de expulsar posesiones desusadas.
Entre las compulsiones típicas podemos mencionar, lavarse con frecuencia, limpiar constantemente, realizar comprobaciones una y otra vez (por ejemplo, asegurar que ha cerrado la puerta con llave), acciones repetitivas, como tocar ciertos objetos, contar, mantener todo en orden, por color o tamaño. Un individuo puede tener varios o todos de estos síntomas y estos pueden variar durante el curso de la enfermedad. La definición que cito a continuación de los psicólogos Foa, Stekeete y Ozarow (1985), es muy acertada sobre todo por la relación funcional entre obsesión y compulsión. Estos autores sugieren 'que el síndrome obsesivo compulsivo consiste en una serie de eventos (manifiestos o encubiertos) que generan ansiedad; estos eventos reciben el nombre de obsesiones. Para aliviar la ansiedad producida por las obsesiones se ejecutan una serie de conductas (manifiestas o encubiertas); estas conductas las denominamos compulsiones'.
Estas conductas repetitivas tratan de prevenir o reducir la angustia o los miedos. Pero estas conductas ritualistas son poco adaptativas, imponiéndose a la vida e impidiendo buscar una salida realista a esa angustia o a los miedos. Estas actitudes producen incomodidad interfiriendo con sus hábitos, trabajos y ocupaciones.
“El individuo reconoce que su conducta es excesiva o irrazonable (esto quizá no deba aplicarse a los niños, ni tampoco a aquella gente cuyas obsesiones se han desarrollado a partir de ideas sobrevaloradas). Reconoce también que no obtiene ningún placer en llevar a cabo tal actividad, aunque le procure un cierto alivio de tensión.
Las compulsiones son definidas como conductas o actos mentales repetitivos (repetir palabras, contar, abrir y cerrar) con lo que las personas sienten que les permiten manejarse con las obsesiones y tratan de aplicar los rituales de manera rígida e inmutable.
Según la American Psychiatric Associatión es el 4to. trastorno psiquiátrico mas común entre la población. Ahora se estima que uno de cada 40 adultos y uno de cada 200 niños sufre del desorden en algún punto de sus vidas. (aproximadamente 5 millones de individuos).
Si el trastorno no es tratado apropiadamente, puede ser crónico. En algunos casos, el trastorno desaparece sin ningún tratamiento; en otros casos, el individuo empeora y desarrolla síntomas severos.

jueves, octubre 05, 2006

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se encuentra entre las más frecuentes e importantes afecciones mentales

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se encuentra entre las más frecuentes e importantes afecciones mentales. El diagnóstico se dificulta por el componente de vergüenza y secreto que rodea a esta patología. Este artículo es una revisión del TOC y discute las mejores opciones terapéuticas actuales y los enfoque futuros.
Quienes lo sufren y la importancia que implica EL TOC puede presentarse a cualquier edad a partir de los 6 años y produce una importante discapacidad a tal grado que la OMS lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una prevalencia del 0,8% en los adultos y del 0,25% en infantes y adolescentes.
Sintomatología del TOC
Las obsesiones son ideas, imágenes, o impulsos no deseados (egodistonía), que ingresan repetidamente en la mente del paciente. Para caracterizar el diagnóstico, las obsesiones deben producir cierto grado de discapacidad.
La figura 1 señala los síntomas del TOC.



Se pueden presentar actitudes agresivas, pero generalmente no son violentas como ocurre con otros trastornos y el paciente siempre trata de contenerlas. El TOC puede coexistir con otras alteraciones que en orden decreciente son: depresión, fobia selectiva, fobia social, trastornos alimentarios, alcoholismo y pánico. La detección y el tratamiento de estas co-morbilidades son un aspecto importante de la terapia del TOC.
Existen 6 preguntas básicas que el médico debe realizar a un paciente para el diagnóstico de TOC:
- ¿Se lava o limpia repetidamente durante el día?
- ¿Realiza controles de cosas repetidamente?
- ¿Tiene algún pensamiento que lo molesta continuamente y que desearía eliminar?
- ¿Tarda mucho en finalizar sus actividades cotidianas?
- ¿Le importa mucho el orden y la simetría?
- ¿Le preocupan estos problemas?

Tratamiento
El tratamiento debe ser escalonado en concordancia con la intensidad del TOC y el grado de respuesta. Luego de que el paciente y la familia son informados del TOC, el médico debe ser persuasivo para que no se sientan avergonzados o con sentimientos de culpa. El médico además, debe trasmitir optimismo sobre el resultado del tratamiento.
Tanto en adultos como en niños, la técnica psicológica más recomendada y que ha dado buenos resultados es la prevención de exposición y respuesta (PER). EL PER consiste en la aplicación de un programa de exposición progresiva o gradual ante la obsesión o situación que genera miedo en el paciente. En otros términos, el paciente genera una jerarquía de situaciones que le producen miedo o rechazo y luego practica encarar el miedo (exposición), mientras que monitorea la medida en que disminuye la ansiedad sin recurrir a rituales (prevención de la respuesta). La repetición de la exposición decidida por el propio paciente produce una reducción progresiva de la ansiedad y del miedo.
La figura 2 muestra algoritmos de tratamiento para niños y adolescentes y para adultos.

Figura 2. Algoritmos terapéuticos para niños y adolescentes y para adultos. TCC: tratamiento de comportamiento cognitivo; PER: prevención de exposición y respuesta; ISRS: inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina.

domingo, octubre 01, 2006

Identifican mutaciones genéticas en un trastorno psiquiátrico compulsivo

La patología estudiada es la tricotilomanía que lleva a arrancarse de forma compulsiva el propio pelo.
Científicos de la Universidad de Duke de Estados Unidos han identificado mutaciones genéticas que causan tricotilomanía, un trastorno psiquiátrico que lleva a las personas a arrancarse su propio pelo de forma compulsiva.
Las conclusiones del estudio, que describen las mutaciones en el gen SLITKR1, se publican en la revista Molecular Psychiatry.
El trastorno afecta a entre un tres y un cinco por ciento de la población y está considerado un trastorno del control de los impulsos. Los pacientes con tricotilomanía muestran una apreciable pérdida de pelo o parches de calvicie, pero a menudo ocultan esta costumbre. Como resultado, el trastorno a menudo no se diagnostica ni se trata.
El trastorno se ve acompañado por otros problemas psiquiátricos como ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo o síndrome de Tourette, que son más conocidos que la tricotilomanía. En la actualidad la tricotilomanía no posee un tratamiento específico, por lo que los pacientes son tratados con fármacos utilizados en casos de trastornos depresivos y de ansiedad.
Los investigadores descubrieron dos mutaciones en un gen llamado SLITKR1 que estaban implicadas en los pacientes con el trastorno. Las mutaciones explicaban sólo un pequeño porcentaje de los casos. Sin embargo, sus descubrimientos son significativos ya que validan una base biológica para la enfermedad mental. Tales enfermedades han sido atribuidas a las experiencias vitales o educación familiar del paciente, señala Stephan Züchner, autor principal del estudio. "La sociedad continúa manteniendo percepciones negativas sobre los trastornos psiquiátricos como la tricotilomanía. Pero, si podemos mostrar que dichos trastornos tienen un origen genético, mejoraremos el diagnóstico, se desarrollarán nuevas terapias y se reducirán los estereotipos asociados con la enfermedad mental", explica Züchner.
Los científicos estudiaron a 44 familias con uno o más miembros que padecían tricotilomanía. Los investigadores estudiaron el SLITRK1 ya que fue vinculado el pasado año al síndrome de Tourette, un trastorno psiquiátrico que provoca conductas repetitivas como parpadeos, carraspeo o voceo de obscenidades. El padre de un paciente de Tourette portaba la mutación SLITRK1 pero mostraba sólo síntomas de tricotilomanía, no de Tourette.
Los investigadores estudiaron el SLITRK1 y descubrieron dos mutaciones en el gen entre algunos individuos con tricotilomanía pero no en los miembros de la familia no afectados por el trastorno. Las mutaciones son cambios en la estructura de un gen que pueden alterar cómo se comporta el gen. Los investigadores estiman que las mutaciones de SLITRK1 explican el cinco por ciento de los casos de tricotilomanía.
El gen SLITRK1 interviene en la formación de conexiones entre las neuronas o células cerebrales. Los investigadores tienen la hipótesis de que dos mutaciones de SLITRK1 provocan que las neuronas desarrollen conexiones defectuosas y que éstas a su vez produzcan el impulso de arrancarse el pelo.

miércoles, septiembre 27, 2006

Misofobia: el pánico a los gérmenes ataca a más de 16.000 españoles

Los enfermos llegan a lavarse las manos 40 veces en 20 minutos y a tirar la ropa nada más usarla. Algunos se encierran para no contaminarse.
«Mi mujer no deja que su familia se acerque a ella porque tiene un miedo irracional a que la contaminen. Su obsesión por los gérmenes y microbios es tal, que tira la ropa nada más ponérsela y no va a determinados pueblos o casas porque piensa que están viciados de seres patógenos. Además, extrema las medidas de acceso a habitaciones como el dormitorio y el baño, de tal forma que para entrar en ellos debemos ingresar desnudos y alejar la vestimenta diaria de estas zonas de “culto”». Así comienza el testimonio de Óscar cuando intenta explicar la enfermedad de su mujer. «Está obsesionada con la contaminación. Ella dice que los virus se transmiten por el aire y los asocia a determinados lugares, personas o cosas. Este problema ha condicionado toda su vida, y la mía». Óscar está desesperado y no sabe qué hacer. Su esposa padece un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) al que algunos expertos denominan misofobia. Se caracteriza por un temor irracional a los gérmenes patógenos y esto significa que todo el sentir, pensar y actuar de esa persona se centra primordialmente en evitar cualquier tipo de contagio. Es una conducta extremista. Es como una droga, ya que esa sensación les centra todos sus días. Basan su vida en ese problema, y esto hace que se cronifique la enfermedad. Piensan que nada de lo que hacen es suficiente para no contaminarse.
A Lola le ocurre lo mismo. «Tiene sus manos dañadas por el uso excesivo de la lejía que utiliza para librarse de todo posible germen. El problema es que está obsesionada con infectar a su familia de cáncer a pesar de saber que esto no es factible. Su temor le ha llevado a seguir una serie de rituales para evitar cualquier posible contagio. Por ejemplo, lavarse escrupulosamente las manos en muchas ocasiones. Hay días que hasta cuarenta veces en veinte minutos. Pero no es lo único, ni la única. Ha llegado a implicar a su familia. Su marido y sus hijos deben quitarse los zapatos al entrar en casa y cambiarse toda la ropa, ya que cualquier indicio de contaminación le supone un sufrimiento y una angustia enorme». Ésta es la historia que relata la psicóloga y experta en trastorno obsesivo compulsivo (TOC), Isabel Larraburu. «Es una paciente mía. Su actividad se centra solamente en limpiar, frotar y volver a empezar. Tiene la sensación de que le faltan horas del día y nunca está satisfecha».
Las causas de esta patología no son claras. Según Luisa Lázaro, jefa de sección del Servicio de Psiquiatría infantil y juvenil del Hospital Clínico de Barcelona, «no hay una razón concreta. Es un trastorno neurobiológico en el que influyen diversos factores. Entre ellos, el genético. En ocasiones, hay una serie de experiencias específicas, basadas en situaciones traumáticas, que hacen aflorar la patología, pero esto no es la causa en ningún caso, sino el detonante».

La enfermedad de la duda
A pesar de que la enfermedad pueda ser desconocida para muchos, es una de las más frecuentes dentro de los trastornos obsesivo-compulsivos. El presidente de la Asociación de Pacientes con TOC, Julio Vallejo, afirma que «el 0,8 por ciento de la población española sufre TOC. De éstos, el 50 por ciento tienen un trastorno referente a la contaminación». La frontera que divide a la gente con ligeras manías de los enfermos con trastorno obsesivo compulsivo, y en concreto, los misófobos, es la incertidumbre. «Las personas que sufren este trastorno no pueden vivir con ninguna duda. Por ejemplo, yo si voy al metro me puedo contaminar o no al tocar la barandilla. Es una incertidumbre. Existe esa duda. La diferencia es que yo supero y afronto esa sospecha. Soy capaz de vivir con ella. Sin embargo, los enfermos no pueden vencer esa sensación de inseguridad y necesitan imperiosamente, por ejemplo, entrar en una cafetería y lavarse de forma compulsiva las manos. Tienen que tener un control absoluto de todo», explica Begoña Fernández.
Otro rasgo en la mayoría de los enfermos es que son conscientes de su problema, aunque no todos responden igual. «Hay algunos que minimizan los síntomas y los tratan de esconder y ocultar, y hay otros que, por el contrario, enseguida buscan ayuda de profesionales», explica Luisa Lázaro.
En el caso de Óscar, su mujer sabe que tiene un problema y solicitó ayuda -junto a su marido- profesional. No obstante, todavía no han encontrado un buen especialista que les aconseje y tan sólo está tomando medicamentos antidepresivos. Ahora ella está embarazada, y Óscar teme lo peor. «Tiene que dejar los fármacos, porque si no el bebé corre riesgo de sufrir malformaciones. Pero el problema es que no puede abandonar el tratamiento. Su salud está en juego».
Sin embargo, el problema añadido del embarazo no resta importancia a que Óscar no haya encontrado todavía un buen experto que trate de continuo a su mujer.

Psicodiagnóstico
Según explica Lázaro, «es imprescindible un profesional que haga un adecuado psicodiagnóstico para posteriormente aplicar un buen tratamiento. Generalmente éste se basa en dos terapias: psicológica y farmacológica. La primera suele ser una terapia cognitivo-conductal, que por así decirlo, es un tratamiento de choque», afirma. «Este método consiste en exponer al paciente a sus compulsiones, es decir, a sus miedos. Para ello, deberá estar siempre acompañado de un terapeuta que siga el proceso. Por ejemplo, cuando la persona se sienta sucia y tenga una necesidad imperiosa de lavarse, hay que evitar por todos los medios que lo haga para que vea que no ocurre nada. Teniendo en cuenta la obsesión de los enfermos, es un método bastante fuerte. Por ello es necesario que siempre esté un especialista acompañándole. Si no, un familiar que le ayude», concluye Lázaro.
La familia es muy importante y juega un papel primordial. No obstante, en los casos de TOC deben llevar un excesivo cuidado, ya que con sus actos pueden reforzar el trastorno. «Si una mujer no quiere beber en un vaso porque está contaminado, y el marido se lo limpia está perjudicando a la paciente», asegura Begoña Fernández. Pero Óscar sabe que no todo es tan sencillo: «Yo siempre le intento explicar que lo que le pasa es una enfermedad, pero hay veces que no puedo más y cedo. Por ejemplo, si sé que una prenda le causa mucha intranquilidad acepto que la elimine».
En general, la mayoría de los expertos está de acuerdo en que los familiares suelen ayudar y comprender a los enfermos, aunque siempre existe alguna excepción. Óscar lo sabe. «Los familiares son muy crueles con mi mujer porque es muy difícil entender que algo no funciona bien en su cerebro y que sus actos no son muy racionales. Siempre hay gente que dice que son sólo tonterías, y no se creen que no lo pueda controlar.
Pese a todo, Óscar no se rinde y en su angustia es capaz de mirar el lado positivo: «Cuando no sabíamos de qué se trataba estuvimos a punto de separarnos. Ahora, sin embargo, la patología nos ha unido mucho más».

lunes, septiembre 25, 2006

"Enfermas de amor" un trastorno obsesivo compulsivo

¿Existe la química del amor? Los enamorados "sienten" mariposas en el estómago, su pulso se acelera con sólo oír la voz de la persona amada y la temperatura de su cuerpo se eleva como si se tratara de una fiebre.
El amor es una experiencia agotadora. Nos sumergimos eufóricamente en esa deliciosa tortura y no comemos ni dormimos bien. Con frecuencia nos es difícil mantener la concentración.
De hecho, muchos psiquiatras expertos en la materia piensan que las personas "enfermas de amor" están realmente enfermas, o lo que es lo mismo, sufren de un trastorno obsesivo compulsivo.
¿Existe un límite de tiempo para que los hombres y mujeres sientan esa necesidad imperiosa de dejarse llevar por la pasión? Según un estudio realizado por los expertos, la respuesta es afirmativa. Los seres humanos nos encontramos biológicamente programados para sentirnos apasionados entre 18 y 30 meses. Tras efectuar unas 5.000 entrevistas de 37 culturas diferentes, los expertos descubrieron que el amor posee un "tiempo de vida" lo suficientemente largo para que la pareja se conozca, copule y tenga un niño.
Diversos estudios han concluido que se puede incluso hacer un cuadro con las diversas manifestaciones y etapas del amor y sus relaciones con diferentes sustancias químicas en el cuerpo. De esta manera, la lujuria y el deseo ardiente de sexo están unidas a la testosterona; la atracción y el amor en la etapa de euforia, así como el sentirse involucrado emocionalmente con altos niveles de dopamina y norepinefrina y bajos niveles de serotonina; y el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura con la ocitocina y la vasopresina.
Uno de los últimos experimentos, concretamente el realizado por un experto, ha demostrado que el amor afecta también al cerebro. El equipo de expertos empleó la resonancia magnética para medir la actividad cerebral de 17 estudiantes (hombres y mujeres) que aseguraban estar completamente enamorados. Los médicos comprobaron la certeza de esta condición a través de cuestionarios y pruebas psicotécnicas.
Todas estas zonas están ubicadas en la sustancia gris, que es la parte del encéfalo compuesto principalmente por los cuerpos celulares de las neuronas. Además, están muy próximas a las zonas relacionadas con la atracción sexual. Hasta este momento, el amor era un sentimiento que no había sido evaluado científicamente con medios técnicos tan sofisticados.

lunes, septiembre 18, 2006

Monk... (¡y ya son 3 temporadas!)

Adrian Monk (Tony Shalhoub, Men in Black II) fue en su día la estrella en auge del departamento de policía de San Francisco, legendario por utilizar unos medios poco convencionales para resolver los casos más desconcertantes del departamento. Pero después del trágico asesinato de su esposa, aún sin resolver, el devastado Monk se ha convertido en un maniático compulsivo. Su desorden psicológico le ha provocado un miedo anormal a practicamente todo; gérmenes, a las alturas, a las multitudes... incluso a la leche. Finalmente, la condición de Monk le acaba costando su trabajo, y continúa planteándole nuevos retos en su vida diaria.

Esos retos diarios que afronta Monk le llevan finalmente a contratar a una enfermera profesional, Sharona Fleming (Bitty Schram, La habitación de Marvin), quien se mostraba siempre dispuesta a ofrecer su ayuda, incluso cuando la más simple de las tareas, como organizar el cajón de los calcetines, se convierte en un proceso tremendamente angustioso para Monk. Mientras le ayudaba con estas cosas, Sharona se convirtió en la verdadera ayudante de Monk, a semejanza del doctor Watson con Sherlock Holmes.
Cuando Sharona le abandona para mudarse a Nueva Jersey, Monk se ve una vez más incapaz de hacer las labores cotidianas del día a día, centrándose sólo en sus investigaciones. Poco a poco se iba volviendo loco hasta que conoció a Natalie Teeger (Traylor Howard, Yo, yo mismo e Irene), una madre soltera que trabaja de camarera que recaba la ayuda de Monk cuando su casa es allanada dos veces en la misma semana. Monk se encarga de su caso sólo para descubrir que cuanto más tiempo pasa con Natalie y su hija pequeña, más siente una conexión con ella, una de las reminiscencias de su relación especial con Sharona.
Trabajando ahora como detective privado, Monk continúa investigando casos de forma poco convencional. Aunque ya no es un miembro del cuerpo de policía, su antiguo jefe, el capitán Leland Stottlemeyer (Ted Levine, El mensajero del miedo) sigue consultando con él para que le ofrezca su punto de vista único en casos donde la policía está en un callejón sin salida. Stottlemeyer es un detective altamente condecorado, pero sabe que nunca será tan bueno como el ilustre Monk. Mientras, el teniente Randall Disher (Jason Gray-Stanford, Abducidos) aspira a convertirse en el nuevo hombre fuerte del departamento y aprovecha cada oportunidad para adorar a su oficial jefe.
Monk es un detective con miedo a la oscuridad, un sabueso sin olfato. No tiene problemas en encargarse de un caso, pero siempre que no le involucre con gérmenes o altura y si está en cierta proximidad a su apartamento. Se trata de un investigador con una memoria prodigiosa y una gran habilidad para introducirse en la mente de los criminales, pero padece diferentes fobias y obsesiones compulsivas desde el asesinato de su esposa. Nada le gustaría más que recuperar su puesto en la policía de San Francisco, pero ¿podrá ser capaz de arreglar sus desórdenes y ser capaz de volver a resolver crímenes a tiempo completo?

Reparto
Tony Shalhoub - Adrian Monk
Bitty Schram - Sharona Fleming
Traylor Howard - Natalie Teeger [ 3ªtemporada ]
Ted Levine - Leland Stottlemeyer
Jason Gray-Stanford - Randall Disher

Estudio - Universal
Género - Drama /Comedia
Fecha de estreno en USA - 12 de julio de 2002
Lugar de rodaje - Los Angeles y San Francisco

lunes, septiembre 04, 2006

Académica de la Universidad Andrés Bello explica qué es el Síndrome de Gilles de la Tourette

Alejandra Jara, terapeuta ocupacional y docente de la Escuela de Terapia Ocupacional Universidad Andrés Bello se refiere a este cuadro.

El Síndrome de Gilles de la Tourette (ST) fue descrito en 1885 por el neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette. Se caracteriza por la presencia de tics (movimientos involuntarios, repentinos, rápidos, repetitivos, estereotipados y arrítmicos), de carácter motor, pudiendo ser de manifestación muscular localizada (simple), o involucrando mayor cantidad de grupos musculares (complejo) y también tics fónicos.

Los tics vocales o fónicos incluyen sonidos y ruidos, repetición de frases, palabras o parte de éstas provocando, de acuerdo a su intensidad y en conjunto con los tics motores, dificultades en el funcionamiento cotidiano del niño o niña que lo padece. La supresión de los tics es posible, pero va acompañada de una indeseable liberación explosiva posterior, lo que es generalmente acompañado de síntomas en la esfera emocional.

En un estudio histórico se constata que incluso figuras de relevancia en la historia mundial como W. Amadeus Mozart habría sufrido de este síndrome.

A pesar de haber sido considerada en un inicio como una patología rara, hoy se estima que es un cuadro frecuente en la infancia, con una incidencia que va desde el 3 al 3,8% en estudios realizados en población escolar en EE.UU., pudiendo llegar a un 7% en niños en educación especial (no existen estudios epidemiológicos nacionales).

En ocasiones el Síndrome de Gilles de la Tourette es erróneamente diagnosticado, debido a la frecuencia de patología coexistente (90%) lo que en muchas ocasiones es el factor que más restringe el funcionamiento y la adaptación del niño al medio.

En cuanto al curso de la enfermedad, se describe como oscilante, con períodos espontáneos de disminución y aumento de síntomas, observándose máxima severidad de ellos entre los 8 y 12 años con posterior declinación en la adolescencia y adultez, con desaparición completa de síntomas en un 26% de ellos.

El diagnóstico de Síndrome de Gilles de la Tourette se realiza generalmente por un médico neurólogo, a base de la historia y observación clínica, en la cual deben estar presentes como elemento central los tics motores y fónicos en severidad y duración variable.

Pese a que no son condicionantes para el diagnóstico de Síndrome de Gilles de la Tourette, desde las primeras descripciones de la enfermedad, se han mencionado diversos cuadros de la esfera psiquiátrica asociados, siendo las más investigadas el Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad (SDAH). Se estima que afecta a aproximadamente entre el 50 y 60% de los casos y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) del 32% al 67% de la población con Síndrome de Gilles de la Tourette. Está caracterizado por pensamientos, ideas o imágenes recurrentes o conductas repetitivas, frecuentemente relacionado con conductas impulsivas, agresivas, depresión y ansiedad. Estos síntomas aparecen generalmente años después del inicio de los tics, encontrándose más comúnmente en la etapa de adolescencia.

Los problemas de aprendizaje, especialmente matemáticas y lenguaje, presentan una incidencia de 51% en niños con ST.

Los factores psicosociales que de acuerdo a sus características pueden constituirse en facilitadores o limitadores presentes en el entorno inmediato del niño (como la familia o la escuela), contribuyen al inicio y la evolución de los tics. El tratamiento medicamentoso se realiza cuando los síntomas generan problemas funcionales y en el ajuste social, haciendo fundamental una evaluación integral del niño por parte de un equipo de profesionales del área infantil.

Es relevante considerar las capacidades adaptativas e interpersonales que el niño o niña logra desarrollar, así como el apoyo familiar y el involucramiento temprano de ellos en el tratamiento, serán fundamentales para los logros que se obtengan.

Para conseguir una mayor efectividad en el tratamiento es esencial, además de los padres, la incorporación de varios profesionales, tanto médicos como profesores, psicólogos y terapeutas ocupacionales, quienes deben abordar al niño desde distintos ámbitos de su desarrollo y en base a las necesidades de su etapa vital.

Universidad Andrés Bello

sábado, agosto 05, 2006

Rarezas

JESÚS KOCINA Calificados como raros o esclavos de rarezas, con manías repetitivas y víctimas de un gran sufrimiento por la incomprensión social de que son objeto, este tipo de pacientes ya han sido estudiados, aunque de pasada, en uno de los capítulos de mi último libro, «Reflexiones y convicciones. Comunicación médico-paciente» (Ediciones Trea, 2006), donde se abordan las diversas variantes del concepto «enfermedad». Mi primera dificultad surge al tener que diferenciar los conceptos de enfermedad y salud, ya que el gran número de pacientes que acuden a nuestras consultas privadas o institucionales carece de la base orgánica que justifique sus molestias, a pesar de lo cual es indudable que llevan una vida de penuria. Se trata de aquellos pacientes que en mi tercer libro califiqué de «enfermos sin enfermedad», es decir, aquellos que se presentan con las características frases de «doctor, me encuentro muy mal», y que ante todas las pruebas analíticas, electrocardiográficas, encefalográficas, químicas de sangre, oído, muestra endoscópica, escáner, etcétera, etcétera, no se les localiza una patología específica, lo que genera una situación de desconcierto para el médico y de angustia para el «paciente», ya que el primero no tiene ningún elemento calibrador que lo oriente y el segundo recibe la impresión de verse rodeado de total incomprensión. Este síndrome lo encontramos en número levemente superior en las mujeres, y es evidente que se exacerba cuando descienden los niveles de estrógenos (período premenstrual o durante el embarazo). En la mujer es más frecuente a partir de los 20 años en chicas recién casadas y con acontecimientos vitales desfavorables, en cuyos casos surgen episodios de complejidad que los psiquiatras han denominado «obsesión compulsiva». En tales circunstancias es muy frecuente el exceso de prevención ante el contacto con los más variados objetos, tales como muebles, pasamanos, etcétera, porque estas personas sienten que pueden ser contagiadas. Personalmente he tenido pacientes (personaje culto y con una especialidad técnica) que llevaba en el bolsillo una copa para utilizarla por si tomaba algún licor o cualquier bebida fuera de casa. Es frecuente también que a estas personas les asalten ideas mágicas o de tipo supersticioso y con sentimiento de culpabilidad, bien sea de carácter sagrado o referente al sexo, etcétera, pero en general hemos de resaltar que tales personas no son violentas. En días pasados cayó en mis manos un artículo que trataba esta materia, cuyo autor denominaba su trabajo con el título de «Casos raros e incomprendidos», en él se estudiaba a estas personas portadoras de manías, conductas repetitivas e ideas fijas que en ocasiones representan para ellas una vida de señalada insatisfacción e incluso de hondo sufrimiento. El doctor Alonso Fernández, catedrático emérito de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Neurológica de Psiquiatría Social, define el cuadro que presenta estas personas como «obsesivo-compulsivo» y nos señala que lo que hace menos de dos décadas afectaba a una de cada 10.000 personas en la actualidad tiene una prevalencia de hasta el 3% de la población. Análoga interpretación es la del doctor Eduardo García Camba, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Princesa de Madrid. Sintomatológicamente, creo que podemos atribuir esta situación al resultado de la masificación del momento que vive la Humanidad ante el efecto de la distorsión que ocasiona tanta información por parte de los medios de comunicación y el abrumador vendaval estresante que lanza sobre nosotros una ingente cantidad de desajustes que somos incapaces de resolver y preguntas a las cuales no se puede dar respuesta. Jack Nickolson considera que es el resultado de vivir en una sociedad que sirve de caldo de cultivo al sobrevalorar los ideales de la ética, cómo alcanzar el éxito y el triunfo en la vida. Ahora se ensalza la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro, yo diría que estos pacientes con ideas mágicas o invadidos por sentimientos de culpa o sobre la relación sexo con lo sagrado son casos de ansiedad y con gran probabilidad de imagen depresiva que la psiquiatría califica como «raros», extravagantes, etcétera, pero que no son exactamente los que presentamos como enfermos sin enfermedad o como «zona gris» entre la salud y la enfermedad. Éstos, evidentemente, tienen un trastorno mental obsesivo-compulsivo que debemos orientar al campo psiquiátrico, y más teniendo a favor las últimas estadísticas de Myers y Robins, que exponen una prevalencia de hasta el 3% de la población general.

Catedrático dice sólo 10% afectados depresión llegan especialista

El catedrático Jordi Obiols aseguró hoy en San Sebastián que 'sólo el 10 por ciento de las personas que padecen ansiedad o depresión llegan al especialista'.

Obiols, quien participó en un curso de verano de la Universidad del País Vasco titulado 'La depresión y la ansiedad: los trastornos del siglo XXI', dijo durante su intervención que actualmente existen tratamientos eficaces para tratar este tipo de enfermedades que, según comentó, tienen una incidencia elevada en la sociedad.

Precisó, en este sentido, que la depresión afecta en el mundo a 120 millones de personas, mientras que en España se calcula que esta cifra ronda los 4 millones, lo que supone el 10 por ciento de la población.

Explicó que, a pesar de esto, sólo el 10 por ciento de los enfermos llega al especialista lo que, en su opinión, se debe a la negativa del paciente a expresar sus problemas o a la decisión del médico de cabecera de no abordar el 'problema' que se le plantea desde la 'perspectiva de la psicopatología'.

Puso de relieve además el riesgo de suicidio que existe entre las personas que sufren trastornos depresivos mayores lo que, a su juicio, puede evitarse con un tratamiento adecuado.

En cuanto a los síntomas típicos de la depresión, Obiols citó las palpitaciones y taquicardias, la inestabilidad, los mareos, el insomnio y la tensión muscular.

Comentó que este transtorno se puede padecer en cualquier etapa de la vida, incluso en la infancia, aunque la franja de edad habitual es entre los 20 y 50 años y su incidencia es mayor entre las mujeres.

El catedrático de la Universidad de Barcelona remarcó, por último, que hay que diferenciar en todo caso esta enfermedad, descrita por los afectados como un 'auténtico infierno', de lo que pueden ser 'estados de tristeza, melancolía o depresivos pasajeros'.

martes, julio 25, 2006

¿Qué es el Trastornos Obsesivo Compulsivo?

El trastorno obsesivo-compulsivo incluye pensamientos ansiosos o rituales que se cree no poder controlar. Si padece este trastorno puede encontrarse atrapado por imágenes o pensamientos persistentes y no deseados o por la urgente necesidad de realizar ciertos rituales.
Es posible que la persona se obsesione por los gérmenes o la suciedad, por lo que lavará sus manos una y otra vez; o sentirse lleno de dudas y necesite verificar las cosas repetidas veces. También son posibles pensamientos frecuentes de violencia y miedo a herir a personas cercanas. Puede pasarse mucho tiempo tocando o contando cosas o sentirse preocupado por el orden y la simetría, incluso pueden sobrevenir pensamientos de realización de actos sexuales que le resulten repugnantes o ser atacado por pensamientos que van en contra de sus creencias religiosas.
Estas imágenes o pensamientos se denominan obsesiones y los rituales que se realizan para tratar de prevenir o zafarse de ellos, compulsiones. No existe placer alguno en la realización de estos rituales, sólo un breve alivio de la ansiedad que crece cuando no se llevan a cabo.
"No podía hacer nada sin rituales e invadían cada aspecto de mi vida. La necesidad de contarlo se había apoderado de mí. Debía lavarme la cabeza tres veces seguidas en lugar de una porque tres era un número de buena suerte y el uno, no. No podía leer a la velocidad normal ya que tenía que contar las líneas de cada párrafo. Cuando conectaba la alarma por las noches, debía fijarla en un número que sumandos no diera un “mal” número.
“El acto de vestirme por las mañanas también era duro ya que tenía una rutina y si no la seguía, me ponía ansioso y debía volver a vestirme. Temía que de no hacerlo así, mis padres iban a morir. Tenía el pensamiento terrible de que iba a herir a mis padres; era completamente irracional pero ello generaba más ansiedad y más comportamiento sin sentido. El tiempo que invertía en rituales, me impedía hacer muchas cosas importantes para mí. Sabía que los rituales no tenían ningún sentido y me avergonzaba de ellos pero no podía controlarlos a pesar de la terapia”.
Muchísimas personas sanas quizá se identifiquen con alguno de los síntomas relatados anteriormente, como comprobar el horno varias veces antes de irse de casa. Pero para las personas afectadas con el trastorno obsesivo-compulsivo, dichas actividades ocupan por lo menos una hora al día, son muy estresantes e interfieren con la vida diaria del individuo.
La mayoría de adultos con estos trastornos reconocen que su actitud no tiene sentido, aunque no pueden parar de hacerlo. Algunas personas, sin embargo, particularmente niños, pueden no darse cuenta de que su comportamiento no es común.
Los trastornos obsesivo-compulsivos afectan alrededor de 3,3 millones de adultos americanos y se presenta por igual en hombres y mujeres; por lo general aparece en la niñez, adolescencia y en los primeros años de la madurez. Un tercio de los adultos con este trastorno informan haber tenido sus primeros síntomas cuando eran niños. El curso de la enfermedad es variable –los síntomas se pueden presentar y después marcharse, pueden disminuir a través de los años o pueden agravarse. La investigación sugiere que este trastorno podría presentarse en la familia.
NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental)


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